Escribe: Juan José Coronell
(Especial para EL DIARIO)
Este lugar cuyo nombre significa alegría, formaba parte a principios de 1800 junto con los territorios de Totoral y Tulumba de la región que tenía por nombre el del último. Para 1822 se había separado de tal región y logró que los límites se sancionaran por ley. Por último, en 1914 Deán Funes se sumó al Departamento de Ischilín, luego que se mantuviera hasta entonces en la jurisdicción de Tulumba.
Este lugar posee referencias observables para quienes lo visiten. Una hermosa iglesia se suma al paisaje tradicional con las casas de adobe, las calles de tierra y la plaza, todo esto formando parte de Ischilín Viejo. En el Nuevo, su templo religioso es la Capilla Nuestra Señora del Rosario levantada en 1707 por impulso de Fray de las Casas y Zeballos con la colaboración de los vecinos. De líneas clásicas, construida en piedra y cal con contrafuertes, techo de tejas y excelentes tallas, atesora varias imágenes en su interior. Siendo restaurada en la actualidad como varias de las casonas del lugar.
Sus lugares
Muchos fueron los que lo nombraron para ser una de las maravillas de la provincia y muchos otros son los que lo visitan anualmente. Estas visitas tienen un lugar en común, y ese lugar es la Rosada Casa de Campo que es sinónimo de unas vacaciones o fines de semanas diferentes. En sus comienzos fue un almacén de ramos generales que fue restaurado por Carlos Fader, el nieto del famoso pintor Fernando Fader.
Aquí se pueden ver los mejores paisajes y para aquellos amantes del turismo campestre se convierte en el lugar para llevar a cabo varias actividades, entre las que se encuentran el contacto con la naturaleza, entre las llanuras y las montañas, realizar los paseos con el vehículo de aquel entonces: el sulky. Además se le suma la posibilidad de realizar safaris fotográficos pudiendo capturar en imágenes a las especies de la zona y para los que quieran más tranquilidad, las caminatas son lo mejor. Caminatas que con el aire puro del lugar hacen muy bien a la salud.
“Una pinturita”
Ischilín tiene la suerte de haber contado con la compañía de Fernando Fader. Reconocido e importante pintor argentino que vivió allí unos 20 años. Arribó allí en 1915 para tratar su enfermedad, la tuberculosis, y con pronóstico de seis a ocho meses de vida. Contra todo vaticinio y por las características del lugar, el clima, su altura -895 m sobre el nivel del mar- su aire puro y su gran amplitud térmica, el que le diera la salud necesaria para que en este perdido pueblo Fader pintara una de sus series más importantes.
La casa de este pintor que nació en Mendoza en 1882 y se formó en Europa, hoy en día se convirtió en Museo, donde se puede recorrer su jardín, que él mismo nombró como Huerta Encantada. En otra sala, en su estudio se encuentran sus pertenencias, sobresaliendo un baúl que llevaba en su Ford T cuando salía a pintar y esbozos de sus obras. Por último, en la sala de música el paso de los años no pudo con un autoretrato y un mural del mismo Fader donde muestra las etapas mendocinas y cordobesas donde la luminosidad de la segunda se distingue de la primera.
Esto ha sido y es Ischilín. Un pueblo, pero que es mucho más que eso. Que sigue festejando sus Fiestas Patronales (primer fin de semana de octubre en honor a su Patrona), que se mantiene intacto a pesar de los años.
Contacto Oficina de Turismo: (03521) 423057
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