El sábado, los chicos del Jockey Club nos dieron una nueva y gran alegría. De más está decir que aquellos que alguna vez vestimos la camiseta verde sentíamos el orgullo de presenciar nuevamente una final del torneo cordobés con “los nuestros” adentro de la cancha.
El clima era bárbaro y nos sobraban los motivos para estar felices y sentir esa sensación de nerviosismo y emoción cuando aparecieron estos verdaderos titanes en el Estadio Córdoba, estos muchachos que entregan todo en cada entrenamiento y después en los partidos, estos muchachos que no dejan lugar a dudas de que son los mejores.
Pero el éxito de esta generación de jugadores no es una casualidad, es fruto del trabajo que se realiza desde hace varios años en las divisiones infantiles y juveniles, una tarea que incluye la contención de chicos y jóvenes en esta escuela de vida que es el rugby del jockey club.
Este ejemplo para el rugby villamariense, encabezado por la humildad de Juan Pigni (el gran capitán de otros años, donde ya se avizoraba ese espíritu motivador que hoy plasma como excelente técnico del plantel superior), tiene que servir para que el deporte local se dé cuenta de que no se puede vivir de la dádiva sino que hay que demostrar que la dedicación puede ponernos ahí arriba, que primero hay que tener un buen grupo y trabajar seriamente pensando en un proyecto integral que esta nueva generación de dirigentes que hoy conducen la institución y han puesto en práctica. Los logros vienen solos, en algún momento llegan y nos hacen felices a todos.
Para nosotros, los viejos que peinamos canas, los que entrábamos a la cancha a ver si le podíamos ganar un scrum al Tala y los que soñábamos con alguna vez no dejar desplegar a los tres cuartos de La Tablada en su cancha, estos chicos son nuestra mayor alegría y muchos de ellos hijos de algunos pioneros que empezaron este sueño que hoy es una realidad.
Entre ese grupo de “viejos felices” también está el “Toto” Ghione quien, desde vaya a saber uno dónde, cuando Nicolás Ferreyra se encorvó para patear el drop de la victoria, habrá soplado un poquito para que la pelota tome fuerza y vaya derechito a pasar entre los palos.
Queridos muchachos, merecidos campeones, desde aquí mi abrazo y agradecimiento por haberme dado tremenda alegría.
Gracias y... ¡salud campeón!
Daniel Climaco
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