Las adicciones a drogas legales (alcohol, psicofármacos) e ilegales se encuentran en franco incremento en nuestra sociedad.
De acuerdo a los datos del Sedronar, dada la franca evolución de esta problemática, la reducción de la demanda se constituye en un componente clave de las políticas para hacer frente al problema, destacando la importancia de la prevención como estrategia fundamental.
El reconocimiento de la multicausalidad de las drogadependencias, los múltiples factores que condicionan el consumo de drogas (características personales, oferta de sustancias, características farmacológicas de las mismas, determinadas variables familiares y del entorno social, etcétera) y su enorme complejidad, determinan que no existen estrategias sencillas para su prevención.
Es apropiado entonces preguntarse qué factores alimentan la emergencia de este tipo de patología en nuestra sociedad.
Si pensamos en los factores socioculturales actuales y los comparamos con las características del drogadependiente, podríamos entrever ciertas similitudes. La falta de comunicación, el remplazo de la palabra y pensamiento por la acción, la dificultad para tolerar la espera y la frustración, la búsqueda desenfrenada de objetos externos como respuesta a la carencia de objetos internos, el aislamiento activo, el individualismo, la falta de límites, la falta de ideales, son algunos aspectos distintivos de nuestra realidad.
Si a ello le sumamos el desempleo, la disgregación de la familia, la aceleración en los ritmos posmodernos, la valoración de una cultura capitalista regida por un consumo descarriado de objetos materiales en detrimento de la valoración por lo humano, podemos desentrañar las condiciones sociales y culturales que fomentan el incremento de tales problemáticas.
Si queremos enfocarnos en una acción verdaderamente preventiva, deberemos repensar la multicausalidad que se esconde tras el síntoma de consumo, para promover como padres, educadores o agentes sanitarios, situaciones que a modo de coraza protectora fortalezcan recursos personales, familiares y comunitarios en la emergencia de dicha problemática.
Toda persona, para crecer y desarrollarse saludablemente, necesita sentirse escuchada, y valorada. Requiere de modelos adultos sanos con quien identificarse. Necesita de normativas claras que lo ayuden a controlar sus impulsos, y sentirse reconocido para poder crear una imagen positiva de sí mismo, ganar autonomía y seguridad interior.
Para poder construir una identidad firme que le posibilite contar con la fortaleza para decir “no” al consumo de drogas es indispensable la presencia de referentes adultos que cumplan funciones de contención y regulación para el desarrollo personal y social.
Si queremos desarrollar acciones que reviertan aquellos factores que generan ésta y otras patologías en los jóvenes, es fundamental que descentremos la mirada del síntoma (la droga y su consumo) para poder revisar nuestras acciones, de modo que, como un todo colectivo, apunten a construir una realidad más sana.
Natacha Trobbiani
Psicóloga
Ospil Salud
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