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Un caballo muerto integra el nefasto paisaje de otro basural local. La desidia no tiene control |
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“Vengan hasta el barrio y le aseguro no lo van a poder creer, tiran de todo, pero un caballo muerto en la vía pública es lo máximo”, denunciaba por teléfono una vecina de barrio Roque Sáenz Peña señalando uno de los centenares de basurales clandestinos que tiene la ciudad.
En paralelo a los esfuerzos oficiales por desarrollar en la ciudad un programa de diferenciación de residuos urbanos, la actitud de algunos insensibles pone en duda el alcance de un mensaje que deberíamos tener en cuenta.
Precisamente, en las cercanías del Hipódromo, la desidia reina y los descampados son terreno propicio para que los desaprensivos de siempre arrojen sus desperdicios.
“Hasta pusieron unos montículos de tierra para que los carreros no entraran a tirar basura”, agregó la voz señalando que los obstáculos impedían el paso de los vehículos por la calle Arenales.
La frentista, autora de la denuncia, a la vez que reconoció el intento de evitar la creciente acumulación de contaminación por parte del municipio pidió más “mano dura” para los que infrinjan las ordenanzas existentes.
“Los escombros, basura y todo lo que hay por acá (en adyacencias del Hipódromo) no se juntó ayer. Hace años que la gente utiliza estos fondos para sacarse de encima la mugre de sus casas”, consideró la mujer en diálogo con EL DIARIO.
“La Municipalidad debería controlar más, recorrer la zona de los descampados. Cada vez hay más casas, más familias y sobre todo más chicos que juegan con todo el peligro de contagiarse de alguna enfermedad”, concluyó la habitante del sector barrial.
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