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Fernando Cavallo (de pie, el penúltimo), miembro de Aapresid, explicó que los incendios hicieron retroceder en la siembra directa |
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Diez años de trabajo conservacionista fue arrasado con los últimos incendios.
Esto tiene consecuencias en lo que hace a la calidad de las tierras, dado que los productores vienen trabajando con la técnica de siembra directa, que tiene su eje en la simplificación de labranzas para dejar el rastrojo como protección y nutriente de la tierra.
“En las zonas afectadas por los incendios, se llevaron 10 años de trabajo”, puntualizó Fernando Cavallo, productor, ingeniero agrónomo y miembro de la regional Oliva-Oncativo de Aapresid (Asociación de agricultores por la siembra directa), y explicó a EL DIARIO RURAL que los productores afectados “tuvieron que mover la tierra, para darle más rusticidad a la superficie”, algo que no se hacía desde que se aplica la siembra directa.
“No es viable, técnicamente hablando, sembrar soja en los campos que sufrieron la consecuencia del incendio, porque la tierra no tiene nada de cobertura. Es recomendable avanzar con sorgo o maíz, al menos en una campaña, para retomar el trabajo conservacionista”, dijo. “Además, tienen que apuntar a variedades estables y no buscar potenciar el rendimiento, porque aunque sean buenas tierras, hay que tratarlas como lotes de mala calidad.
Lamentó que los productores que más invirtieron en protección de la tierra “fueron los más afectados por el fuego”.
“El fuego afectó también el proceso de rotación, porque la siembra directa sola no es suficiente. Es necesario aplicar un criterio de rotación que en los lotes incendiados, va a tener que modificar el ciclo”, concluyó Cavallo.
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