Escribe: Jesús Chirino
El debate acerca de cómo realmente se produjo la muerte de Larrabure está abierto. En este mismo espacio entrevistamos a Carlos del Frade quien ha investigado el tema logrando testimonios que aportan datos esclarecedores.
En la publicación “el eslabón, de la cadena informativa” de agosto de 2009 señala que en la Cámara Federal de Apelaciones de la ciudad de Rosario está el expediente original de la causa iniciada en oportunidad de la muerte del entonces mayor Argentino del Valle Larrabure, secuestrado en la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María en 1974. Allí constarían pruebas de que no existió tortura ni asesinato, entre ellos los resultados de los primeros exámenes médicos.
La muerte del militar fue un ingrediente básico en la construcción de la justificación que algunos sectores realizaron del terrorismo de Estado que enlutó el país a lo largo de la dictadura militar.
Santucho quería que estuviera bien
En la referida publicación se señala que Osvaldo Foresi, que era obrero del sector púas de la fábrica Acindar, integró el Ejército Revolucionario del Pueblo y fue de la partida en el secuestro del mayor Larrabure. Después de años de silencio, este trabajador se animó a hablar aportando datos que apoyan la necesidad de hacer pública toda la información incluida en el expediente original del caso judicial, como forma de ayudar en la dilucidación de la forma en que sucedió la muerte de Larrabure.
Foresi, en un café de la ciudad de Rosario, narró a del Frade un diálogo que mantuvo con el mayor del Ejército Argentino en oportunidad que el mismo estaba secuestrado:
- Me quiero matar. No tiene sentido seguir así… -habría dicho Larrabure-
- ¿Para qué se va a matar? Si la idea que tiene el partido es que usted siga con vida.
- ¿Usted cree que esto es vida?
- Usted tiene que comer.
- Pero si me tienen acá para matarme.
- No. Usted está acá por una cuestión política. Nada más que por eso.
- No soporto esta situación…
- Sería muy malo para todos que usted se matara. Para su familia, para nosotros, para todos…
Foresi, preso en diferentes cárceles durante cuatro años de la última dictadura, recuerda que Larrabure “no quería comer hasta que empezó y logró recuperar algunos kilos”.
El hombre del ERP está seguro que “nadie lo torturó y nadie lo mató”. Es más, revela que “todo el operativo del secuestro de Larrabure lo manejó el Negro Santucho. Quería que estuviera bien, que viviera. Nunca torturamos ni matamos… Larrabure se quería suicidar y era un hombre de poco hablar con nosotros. Yo lo cuidé un par de veces”.
Del referente guevarista, Mario R. Santucho, el sociólogo norteamericano James Petras dijo, en 2006, “Santucho era una persona muy digna. No sólo heroico sino estudioso, muy lector…. No era un simple militarista como algunos de la seudo izquierda del pasado y del presente siguen tachándolos…”.
Diferentes posiciones
Jorge Álamo, quien fuera trabajador de la Fábrica Militar en un reportaje que también publicamos en este espacio, rescató la persona de Larrabure. Incluso habló de su buena relación con los trabajadores.
También recuerda la actitud de Mario Fornari, director de la Fábrica Militar de Villa María, que cuando aún se desconocía la suerte que había corrido el mayor Larrabure se burlaba de los trabajadores y su relación con el mayor. “Nosotros – dice Álamo- sabíamos estar haciendo paro de brazos caídos, entonces él –Fornari- preguntaba si estábamos esperando a Larrabure...” y burlándose agregaba “ya se lo van a traer”. Claro que esta no fue la posición que Fornari sostuvo en público cuando le tocó hablar de su compañero secuestrado como, por ejemplo, en mayo de 1979 oportunidad en que se impuso el nombre de Larrabure a una avenida en Villa María.
No extraña esta manera de comportarse adjudicada al ex director de la Fábrica de Pólvora. En la ciudad se conocen historias sobre el militar cuando, siendo hombre “fuerte” en tiempo de la dictadura, amenazaba a dirigentes gremiales.
También se cuenta con testimonios de trabajadores que observaron cómo, en día de bajas temperaturas, hacía que algunos detenidos se metieran en las heladas aguas de una pileta de natación.
Por su parte del Frade señala las actitudes del Ejército y la Policía Federal que por un lado hablaron de homicidio a pesar de que por otra parte deben haber conocido la información de las primeras revisaciones médicas.
Según revelan las fuentes por él consultadas las “…autopsias practicadas el 24 de agosto y confirmadas hasta fines de setiembre de 1975” no hablaban de homicidio, sólo informes posteriores dirían otra cosa. Pero estas actitudes de esas fuerzas no extrañan, dado que ese Ejército y esa Policía fueron las mismas organizaciones que robaron niños, secuestraron, torturaron, asesinaron y construyeron todo el terror posible desde el convencimiento que esa era la manera de construir una sociedad mejor.
Aún duelen las heridas de esos tiempos. Y aún hoy existen quienes continúan fogoneando la teoría de los dos demonios como manera de justificar el terrorismo de Estado.
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