Pasaron sesenta y dos años desde que el emprendedor Santiago Combina decidió abrir las puertas del bar que hoy regentea su hijo homónimo, en James Craik. Son muchas las historias que se fueron hilvanando con el paso del tiempo en su interior, a partir de las visitas de los vecinos de la localidad y de otras de toda la región: un día llaman para reservar los trabajadores de la Colonia Vidal Abal de Oliva, al día siguiente los dueños y empleados de la Ferretería Barcellona de Villa María...
Las picadas que sirven “en lo de Combina”, en la esquina de la calle Independencia y la callejuela San Pablo, son famosas en todo “el condado”. Es cita para los de Arroyo Algodón como para los de Oncativo, para los de Carrilobo como para los de Colazo...
El sábado 7 de agosto, un parroquiano salió del emblemático bar, caminó más de 30 metros por la callejuela hasta su vehículo y allí se trabó en una pelea que lo llevó a la muerte.
Esa página difícil, manchada de tinta roja, que quede claro, no tuvo lugar “en lo de Combina”, tal como bien se informó en nuestra edición del 8 de agosto.
Con la absolución por la Justicia del otro protagonista del luctuoso hecho, sobrevino la confusión que de ninguna manera podrá ensombrecer una historia limpia, forjada con el esfuerzo de una familia de bien, de esas que cuentan en cada vecino, un amigo.
Chinato Garda
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