Les contaré una breve, pero, creo yo, interesante vivencia personal de allá por los años 1947-1948.
Existía por ese entonces una pequeña empresa, aunque podría decirse que se trataba de un servicio personalizado, brindado por el señor Juan Manera, que atendía a los clientes en su domicilio de la esquina de calles San Martín y Mendoza o por teléfono al número 291.
Esta empresa llevaba el nombre de “La Sanitaria” y tenía a su cargo la limpieza de inodoros, interceptores de grasas, guarniciciones de canillas, etcétera.
En una palabra, digamos que brindaba el noble servicio de “fontanero”.
Pues bien, el señor Manera invitaba a vecinos, connacionales y amigos a suscribirse por la módica suma de un peso moneda nacional por mes, a cambio de dos visitas mensuales para el control y eventualmente la reparación de los artefactos sanitarios del abonado que, eso sí, tenía a su cargo el costo de los materiales a reponer.
En caso de que los sanitarios estuvieran funcionando correctamente o que el desperfecto fuera de menos cuantía, el señor Manera o su empleado se retiraba, sin que el cliente tuviera que abonar nada y ellos volvían para otra visita profesional.
Héctor J. Zanettini
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