Yo tendría 13 ó 14 años, vivía en la calle Chile, frente a lo que es hoy la clínica Fusavim. Diariamente hacía las compras en el Mercado (actualmente Palacio de los Deportes). Durante esos menesteres conocí a "La loca Teresa", quien se apostaba frente al Mercado esperando que llegará alguna niña o jovencita para iniciar una serie de groserías espantosas, acompañadas de una exhibición de sus partes íntimas, ya que debajo de su pollera no había ropa interior alguna, todo esto frente a los changarines que descargaban las mercaderías de sus carros en los diversos puestos. Las escenas hacían que las chicas desaparecieran horrorizadas.
En las idas y venidas pasaba por la esquina de Buenos Aires y Carlos Pellegrini, donde había un local en el que se entrenaban futuros boxeadores. Allí me paraba un rato para escuchar al entrenador y ver a los muchachos golpear las bolsas.
Un día me animé y comencé yo también a golpear unas bolsas, "uno - dos", "uno - dos" y bailotear alrededor de ella.
Así transcurrió un tiempo, creo que un mes, hasta que un día el entrenador se acercó y me dijo:
-¡Ojalá estos chicos siguieran mis instrucciones como vos! Pero no quiero que vengas más aquí, porque estos muchachos se cambian de ropa y no es bueno que una nena como vos los vea así.
Nunca me olvidé de ese episodio ni a ese joven íntegro que protegió mi inocencia.
¿Habrá sido Alcides Rivera?
Esta anécdota quizás sirva para ver lo que se perdió con el paso de los años: la inocencia de las jovencitas y el respeto de los jóvenes hacia ellas.
Gladys Bettini
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