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La esquina de La Rioja y Alberdi, en barrio Ameghino, donde está la tradicional Tienda Benito, que fue asaltada durante la mañana de ayer |
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Dos sujetos, ambos armados, asaltaron durante la mañana de ayer una tradicional tienda en barrio Ameghino, episodio durante el cual cinco personas fueron obligadas a arrodillarse y tenderse sobre el piso, donde fueron atadas, en tanto los dos dueños del local, resultaron amedrentados a golpes por los delincuentes.
El atraco se consumó en el local de Tienda Benito, ubicado en La Rioja 1695, propiedad de los hermanos Laura y Javier Benito, aunque tuvo características especiales, según informó a EL DIARIO la comerciante damnificada.
Primer acto
“Era las nueve y media cuando entró al negocio un hombre joven, de unos 30 años y de 1,80 metro de estatura, con gorrita tipo jockey, quien pidió por zapatillas”, reveló Laura Benito.
“La persona fue atendida por una empleada”, aunque el desconocido “exigió que se le mostrara el mejor calzado que tenemos”.
“Después se interesó por algunas prendas -continuó en su descripción- para finalmente entregar cien pesos como seña por las zapatillas. Fue entonces que dijo que iba a volver luego con el resto del dinero para retirarlas, ocasión en la que se identificó como Cristian Reguera cuando se le registró su pago”, tras lo cual se retiró del lugar.
Segundo acto
“Casi una hora después, llegó al negocio otro joven, éste un poco más bajo que el otro, con un gorro tejido color verde cemento, zapatillas tipo Adidas blancas y con jeans”, detalló la dueña de la tienda.
El segundo individuo fue atendido por una de las empleadas, a quien le pidió distintos tipos de prendas de vestir, circunstancia que los damnificados alcanzaron a dimensionar tras el asalto, toda vez que se develó que “el gran interés” demostrado por los supuestos clientes no tenía otro objetivo que “preparar el terreno” para dar el golpe.
Tercer acto
Estaba aún en la tienda el segundo de los sujetos cuando llegó el primero, actitud que no se juzgó extraña, porque una hora antes había entregado una seña por un par de zapatillas.
Pero no fue así. Laura cerró una comunicación telefónica y fue al salón de ventas para colaborar con el “exigente cliente” que seguía solicitando diferentes ropas que, “incluso, llevó a que, en un momento, estuvieran los dos en los probadores”, apuntó la comerciante.
Cuarto acto
De pronto, los falsos clientes mostraron sus reales intenciones, esgrimieron armas de fuego y comenzó la peor parte.
“Primero me llevaron junto a las dos empleadas a la oficina de compras, contiguo al salón de ventas, allí nos hicieron arrodillar y luego nos obligaron a tendernos sobre el piso y nos ataron las manos a todas con cordones de zapato color verde que trajeron ellos”, apuntó.
Después “entró al negocio mi hermano Javier, a quien también ataron”, para hacer lo mismo finalmente con una clienta que llegó a la tienda.
“Nos llevaron algo de dinero de la caja, aunque no era mucho porque era la mañana de un lunes muy frío y de fin de mes, dos bolsos con ropas y calzado, mientras que a mi hermano le sacaron el celular, el documento, tarjetas de crédito y la billetera; y a la pobre clienta le sacaron una mochila en la que guardaba un dinero ya que poco antes había estado en un Banco”, precisó Laura.
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