Quiero que imagines a un recién nacido, una mamá llena de emoción luego del nacimiento en una sala cálida, llena de amor por todos los rincones, con su pareja acariciando la cabecita del bebé, todo el equipo médico conteniéndolos y alentándolos en el inicio de la lactancia materna. Luego de esta visión no puedo imaginar un momento más lindo. Podríamos decir que éste es el mundo ideal para cualquier bebé y sus padres.
La lactancia materna es sinónimo de entrega, entereza y amor.
Ofrecer el pecho materno desde la primera media hora luego del nacimiento es la mejor opción. Tu bebé recibirá el mejor alimento, recibirá lo que necesita: el calostro.
No nos olvidemos que la leche materna es un tejido vivo que modificará su composición en función de las necesidades cambiantes de cada bebé. Esta es una de las cualidades que marca la diferencia con las leches de fórmula.
La mayoría de las puérperas temen que sus bebés se queden con hambre debido a que la leche no baja inmediatamente luego del nacimiento. Desconocen que el calostro que producen sus mamas es todo lo que necesitan sus hijos para defenderse contra las agresiones del medio ambiente.
Luego del nacimiento tus mamas producirán calostro; esta secreción amarillenta y espesa puede aparecer durante el embarazo y será el alimento de tu bebé los primeros días posparto. Este calostro protegerá al recién nacido de virus y bacterias, lo ayudará a eliminar el meconio (primeras heces del recién nacido) convirtiéndose de esta forma en todo lo que necesita para alimentarse.
Desde el sexto día al décimo las mamas producirán leche de transición; esta leche va a ser más rica en lactosa, grasas y calorías totales. Al décimo día se establece la leche madura.
Todo personal que trabaje en una clínica y esté a favor de lo mejor para un recién nacido estará de acuerdo con que amamantar al bebé es sin duda regalarle vida y salud. Por lo tanto luchará para que la mamá elija la lactancia materna y la prolongue en el tiempo. Este podría ser un ítem más a tener en cuenta a la hora de elegir el lugar en donde nacerá tu bebé (figura 1).
Por otro lado, las listas de bolso para la internación en las clínicas, no deben contemplar mamaderas o chupetes ya que esto podría interpretarse como una incitación a su uso y un atentado contra la lactancia materna, quitándoles confianza a las madres y privando a los bebés de su derecho de ser amamantados.
Para amamantar no hay que comprar cosas caras. Sólo tienes que tener confianza en ti misma, en lo que puedes entregar, necesitas contención y apoyo del equipo médico que está a cargo de tu salud y la de tu hijo.
La lactancia materna es sinónimo de amor, mejor calidad de vida y entrega. La mamá que da de mamar no sólo se está entregando a su bebé, sino que está alimentando a su hijo con todos los nutrientes que requiere para crecer en armonía y sano.
La leche materna protege al bebé de padecer anemia, a la mamá de hemorragias y depresión posparto, cáncer de útero y mamas, a la familia le brinda unión y estabilidad, y a la población le regala niños más sanos.
Si estás dispuesta a amamantar a tu bebé te recomiendo que comiences a preparar tus pezones durante el embarazo, que le pidas a tu obstetra que te revise y te diga qué tipo de pezón tienes. Teniendo en cuenta ese diagnóstico debes comenzar a prepararlos para la lactancia.
Si tus pezones son normales, sólo tienes que lavarlos con agua y no utilizar ningún producto que agreda la piel, tratar de tomar sol y dormir sin corpiño. Si tienes calostro puedes sacar una gota y dejar que sus propiedades actúen sobre la piel de la aréola y el pezón.
Si por el contrario tus pezones son planos o invertidos la preparación será diferente. Para prepararte en función de una buena lactancia en estas condiciones, tendrás que tratar de que ellos se hagan prominentes. Para esto puedes poner en práctica los masajes. Con tu dedo índice y pulgar toma el pezón y realiza un movimiento de rosca hacia un lado y hacia el otro; luego trata de sacarlo mediante pequeños tironcitos. Abre con tus dedos la aréola, hacia los costados y de arriba hacia abajo. Tus dedos deben formar una pinza y presionar desde la punta hacia las costillas.
Otra técnica que da buen resultado es la que deja los pezones sin presión. Por ejemplo: un corpiño de algodón que te sostenga bien la mama y que tenga un orificio que permita al mismo quedar libre o el uso de los escudos o las pezoneras. Estas técnicas empujan la aréola para atrás ayudando al pezón a hacerse prominente (figura 2).
La lactancia materna es un acto natural e instintivo, los pezones umbilicados o retráctiles no impiden el amamantamiento.
Cada especie con su leche
¿Leche humana o leche de vaca?
Los componentes bioactivos de la leche humana como los maduradores del crecimiento, las enzimas, las células, no se encuentran en la leche de vaca ni en las fórmulas.
Las proteínas de la leche de vaca son estructural y cuantitativamente diferentes a las de la leche humana.
El hierro de la leche materna se absorbe en un 50%, por lo tanto las posibilidades de anemia disminuyen.
El hierro de la leche de vaca se absorbe en un 10%.
Las proteínas de la leche humana son específicas de la especie, por lo tanto no producen alergias en el lactante.
La leche de vaca o las fórmulas pueden no ser bien aceptadas por el bebé y provocar alergias o intolerancias.
La leche de mamá siempre está a la temperatura justa y en condiciones sanitarias.
A las fórmulas hay que prepararlas, calentarlas. Hay que esterilizar las mamaderas y verificar que el agua que se está usando sea potable.
La grasa de la leche humana va variando según los requerimientos del bebé.
El tenor graso de la leche de vaca es siempre el mismo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda siempre amamantar .
A la leche de vaca y a las fórmulas se las consideran como medicamentosas.
El bebé puede mamar cuantas veces quiera (libre demanda) y nunca se verá perjudicado.
A la lactancia artificial hay que reglarla, ya que los excesos dañan al bebé (sobrepeso, alergias, cólicos, etcétera).
Viviana de los Ríos - Preparadora de Partos - Taller Gestación
vdga@arnet.com.ar
Datos extraídos de “La lactancia materna”, Ruth Lawrence, 4° edición. *El médico es quien recomendará a la madre cómo alimentar al recién nacido, teniendo en cuenta las condiciones de salud y el tiempo de gestación. Este es sólo un material informativo que tiene en cuenta a la generalidad y no a los casos especiales.
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