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Sergio Lozita y Primo Marchini (n). En la otra foto, Milagros Reale de Bonetto y su hija Carolina |
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Corría el año 1939 y dos notarios abrían sus oficinas en la Villa. Pocas cuadras separaban los estudios de los profesionales que dejaron un legado: setenta años de historia y tres generaciones en la profesión.
Eran los tiempos de las escrituras hechas con puño y letra del notario. En calle José Ingenieros empezó a trabajar Primo Marchini.
Si bien el profesional falleció en 1975, su apellido sigue vivo en la tarea desarrollada por su hijo Mario Jorge y su nieto (a punto de adscribirse) Primo Santiago Marchini.
“En 1955 mi abuelo compró esta casa (Catamarca 1026) y aquí vivía con su familia. La gente le tocaba el timbre a cualquier hora, el escribano siempre fue una persona de confianza para el cliente”, afirma el joven.
En las oficinas todavía está el eco de los juegos infantiles en la casa del abuelo. Así lo recuerda Mónica Marchini. En 1988 se adscribe al estudio Sergio Lozita y se unen dos apellidos históricos.
La casa de Angel
El 6 de mayo de 1939, Angel Reale hizo su primera escritura en su oficina de 9 de Julio 43. Con letra prolija testimonió una compraventa entre Camilo Bergero y Angela de Bergero. Su bandera sigue viva en la rama femenina. Su hija Milagros siguió sus pasos y su nieta Carolina Bonetto pasó a ser la tercera generación. La escribanía funciona en San Juan 1146 y el espíritu de Angel está siempre presente en una familia que “da fe”.
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