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Paola Pérez y Carlos Pajón, los autores del relevamiento. En la otra foto, la casa de la familia Carranza, que resiste los embates del tiempo |
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Un invalorable patrimonio arquitectónico, histórico y cultural posee la ciudad de Villa Nueva. Más de 80 edificios ubicados en distintos puntos del ejido municipal componen un tesoro que ha podido ser dimensionado a través del pormenorizado trabajo de la museóloga villanovense Paola Pérez y el arquitecto Carlos Pajón.
Precisamente, los dos profesionales llevaron a cargo un relevamiento por encargo del Gobierno municipal de la vecina ciudad, todos los fines de semana entre julio y diciembre de 2008.
La exhaustiva tarea permitió por un lado conocer los añejos inmuebles todavía en pie, aunque por otro también reveló las inexistentes políticas de protección patrimonial.
Sin el cuidado adecuado, estas auténticas “joyas” de la arquitectura se debaten, muchas de ellas, entre el olvido y las posibilidades de inminentes derrumbes por fallas propias o por iniciativas de extraños.
“En Villa Nueva hay cosas de mayor valor patrimonial que en otros lugares de la provincia, incluso Villa María. Esta es una ciudad con mucha historia”, explica el arquitecto Pajón que junto a su asistente piden por la promulgación de una ordenanza y por la organización de una comisión que proteja el patrimonio arquitectónico e histórico villanovense.
El próximo paso que tendría que darse luego del relevamiento, hecho y entregado a las autoridades municipales a fines del año pasado, presenta visibles demoras en cuanto a la puesta en valor de los inmuebles y las estrategias para protegerlos.
Con el tiempo como factor en contra, los especialistas esperan que las decisiones acerca de qué y cómo defender los edificios de los deterioros se tomen pronto.
“Probablemente la Municipalidad no tenga la entidad económica para hacerse cargo de semejante patrimonio, pero creemos que en base a este trabajo nuestro y a otros que se hagan, se deben buscar recursos para que este verdadero tesoro no se pierda. Es una cosa única”, coinciden en señalar los especialistas en diálogo con EL DIARIO.
Villa Nueva: una joya neoclásica
“En Villa Nueva se da la posibilidad, como en pocos lugares del país, de que se conserven conjuntos de inmuebles del mismo estilo. Existe un clima especial, hay cuadras enteras donde las casas son todas antiguas”, explica el arquitecto Pajón, para después agregar como detalle singular que “en la ciudad todavía están en pie casas que son de antes del Siglo 19, por ejemplo, restos de las casas de los fundadores (familia Carranza)”.
Vale aclarar que el modelo de construcción neoclásico, de fuerte raigambre francesa, comenzó a adoptarse en el territorio argentino después de la primera década del siglo diecinueve.
“Lo que más me conmovió, con respecto a este tema, fue la vez que a Villa Nueva llegaron, por expresas recomendaciones de entendidos, un grupo de representantes de la Universidad de Kansas buscando lugares de interés”, relata Pajón.
“Cuando llegaron a la plaza ‘Capitán de los Andes’, los estadounidenses comenzaron a exclamar motivados por el estilo neoclásico de las construcciones. Ellos decían que nunca habían visto en América, y menos en Estados Unidos, un conjunto de viviendas tan seguidas con el estilo que en Argentina conocemos como italianizante, debido a que la mayoría de las obras fueron realizadas por albañiles oriundos de Italia”, acota el consultado por este medio.
Por su parte Paola Pérez consideró como “impactante”, el hecho de que se puedan apreciar de cerca y todos los días, esta serie de propiedades y las connotaciones de todo tipo que de ellas se desprenden.
“Creo que tenemos un montón de cosas a las cuales no les ponemos interés, no las valoramos y no las reconocemos. Muchas veces pasamos por estos lugares y podemos observarlas como casas viejas sin apreciar el contenido histórico y cultural. Vale la pena sacar a la luz todo el potencial que tienen las casas”, subraya la también docente en Artes Plásticas.
“Los villanovenses viven, muchos sin percatarse de ello, en un entorno que les da una identidad distinta”, añade el arquitecto.
Para cerrar Paola ofrece una reflexión: “El patrimonio cultural se presenta como ajeno a los debates sobre la modernidad, constituyen el recurso menos sospechoso para garantizar la complicidad social. Este conjunto de bienes y prácticas tradicionales que nos identifican como pueblo es apreciado como un don, algo que recibimos como tan prestigioso y simbólico que no cabe discutirlo”.
Los edificios siguen ahí, esperando nuestra mirada, admiración, pero también el necesario y urgente amparo oficial.
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