Villa Nueva nace a orillas del río Ctalamochita, en épocas anteriores a la creación del Virreinato, signadas por el contrabando comercial que desarrollaba la ciudad de Buenos Aires con las restantes potencias coloniales.
La metrópoli para controlar este delito más tarde crearía el Virreinato, pero mientras tanto el Camino Real comunicaba a Buenos Aires con el Virreinato del Perú.
Este camino, madre de pueblos, permitió el desarrollo de un poblamiento irregular en cercanías de la posta del “Paso de Ferreira”, lugar de tránsito obligado por los viajeros y comerciantes de la Corona que iban a la ciudad de Córdoba al noroeste o al Perú, en la posta se descansaba para vadear el río a la mañana siguiente, luego de cambiar caballos y arreglar cualquier inconveniente.
Este paraje fue adquiriendo importancia a medida que pasaban los años y sobre todo luego de la Revolución de Mayo y las gestas por la Independencia donde desde aquí se proveía de mulas y frutas secas, etcétera. Ademas fue el límite norte de las invasiones indígenas, más conocidas como malones.
En 1826 el gobernador de la provincia Juan Bautista Bustos decide darle el trazado urbano para transformarla en uno de los poblados más importantes de llanura cordobesa. Más tarde se tomará como fecha de fundación el 7 de octubre, Día de la Virgen del Rosario, nuestra Patrona y Protectora.
La síntesis histórica nos permite contar aspectos destacados de la historia de los pueblos, pudiendo detallar un sinfín de datos fríos, pero a veces no lograr mostrar la idiosincrasia local que tiene raíces centenarias y que se puede expresar a través de imágenes sin muchas palabras, sólo mostrando aquellas particularidades que nos definen como villanovenses, sus símbolos, sus caminos, sus edificios, su río, sus espacios verdes, sus instituciones, pero sobre todo su gente, la sociedad que defiende a muerte su sentido de pertenencia a esta patria chica, con la fe, con nuestro desfile, con los carnavales, con las jineteadas, ahora con la reedición del “Festival del Vino y la Amistad”, con fortalezas y debilidades, pero con el orgullo de sentirnos distintos, de ser los pobladores de esta isla criolla en el mar de la pampa gringa.
Luciano Pereyra
Profesor de Historia
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