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“Ya no va más la enseñanza mediante la lógica de la introducción, desarrollo y moraleja”, señaló la socióloga en cuanto al avance de las nuevas tecnologías |
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"La meta de estos congresos educativos es la de reestrenar la vocación docente, es despertar la chispa de la pasión vital". Con esta frase, la prestigiosa socióloga y semióloga Josefina Semillán esgrimió, al igual que en su participación del año pasado, la intención de su discurso en la primera ponencia del Congreso de Educación.
Ovacionada de pie, la catedrática desarrolló una exquisita exposición pedagógica articulando el rol del docente en el aula, el vínculo equitativo con los demás, el rescate de las poblaciones marginadas y su relación con los fenómenos actuales en la cultura y las nuevas tecnologías.
Desde un aporte filosófico señaló: "El 'poder ser' no es una abstracción, se vuelve acto cuando uno no cae en la mecánica de la rutina diaria o cuando no se es sometido". Expresó que los desposeídos mantienen su visión fatalista de la vida, dado que "la inequidad ha perdurado por generaciones". "El acto de estar de pie no es sólo físico sino que representa la evolución de la humanidad, que se fundamenta con la experiencia de la dignidad".
Adentrándose en el oficio docente, y aprovechando la actuación previa de una escuela folclórica en la apertura, precisó: "La escuela debería ser como una coreografía con movimientos asociativos y con versiones libres en cada aula. Los actores que la componen deben percibir las piezas de identidad que se construyen mediante la tríada: soy, valgo e importo. Y esa identidad, aunque resulte paradojal, se conforma con la relación con el otro".
"La escuela debe enseñar que somos iguales en la dignidad, que la verdadera equidad social es la posibilidad de brindar compañía y de ofrecer una dignidad compartida entre unos y otros. Debe enseñar que somos pares pero múltiples diversidades."
A la hora de profundizar en el rol cotidiano del docente, fustigó sobre abusos del poder ante los alumnos (el opacar los logros conseguidos como ejemplo), sobre la conformidad ante la situación esperando "que las reglas cambien" y hasta del "cansancio apriorístico". "Pensando en el fin de semana, nos 'deshabitamos' los viernes. Es decir, que cumplimos en el aula pero en realidad no estamos", añadió.
El docente y las nuevas tecnologías
Al momento de abordar la relación con las nuevas tecnologías, realizó primero una contextualización de los códigos de formación mental y cultural en diferentes generaciones. "Aquellos que somos de la era pre-setentas, es decir previa a la televisión, recibimos una cultura primaria de la alfabetización mediante lógicas sucesivas. Mientras que los niños y jóvenes actuales han crecido frente a las pantallas, con lógicas y contenidos que aparecen simultáneamente y de manera compleja."
En definitiva, subrayó que "ya no va más la enseñanza mediante la lógica de la introducción, desarrollo y moraleja. Actualmente se debe aplicar una saeta fragmentada (sic) donde los alumnos puedan detectar lo importante y construir redes a partir de esos datos e informaciones. El docente no debe avergonzarse de su alfabetización sino complementarla con las nuevas formas". "Esto -agregó- es adaptarse, no acomodarse según lo que me conviene".
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