El recién nacido pasa de su ambiente intrauterino a un ambiente o vida extrauterina, por lo general sin ningún tipo de dificultad. Para la mayoría de los bebés esta transición es apacible, de corta duración y sin complicaciones.
Dentro del útero materno muchas de las funciones orgánicas del bebé, como respiración, provisión de nutrientes, metabolismo, excreción y defensa contra infecciones, son realizadas en gran medida por la mamá y la placenta.
La transición obliga a una serie de cambios en el funcionamiento de órganos y sistemas. Se ha de iniciar la respiración por parte de los pulmones, que han de asumir entre otras responsabilidades, la de facilitar dicha respiración. El aspecto más importante es que su bebé, establezca una función respiratoria suficiente para el intercambio de gases.
Las primeras respiraciones tras el nacimiento, se producen por una serie de estímulos, táctiles, sensitivos, cambios de temperatura, ligadura del cordón umbilical, entre otros.
El recién nacido realiza esfuerzos respiratorios a los pocos segundos del nacimiento y después de las primeras respiraciones, los pulmones ya están expandidos.
La frecuencia respiratoria debe desarrollarse entre los 40 a 60 res/min. La respiración de los bebés es prácticamente diafragmática, durante la inspiración se deprime la pared torácica, al mismo tiempo que el abdomen se eleva. El ritmo en la respiración es muy variable e irregular.
En cuanto a la frecuencia cardíaca varía según la edad gestacional de su bebé. La frecuencia es de 120 a 140 lt/min. La tensión arterial se debe tomar con un manguito adecuado al peso del bebé, con el brazo extendido y estando el niño tranquilo.
Su equilibrio térmico es inestable y debe prevenirse el enfriamiento.
El recién nacido se enfrenta a nuevos desafíos de manera inmediata, necesitando para superarlos el afecto y acompañamiento de usted y las personas de su entorno. El mismo ha de mantener su temperatura corporal normal ante el estrés térmico, representado por una temperatura ambiental más baja que la que gozaba dentro del útero materno. El pasar de un ambiente estéril al colonizado por múltiples microorganismos, obliga al recién nacido, al establecimiento de relaciones de interés recíproco y a la adquisición de mecanismos de defensa rápidos para frenar el crecimiento e invasión de agentes determinados.
El peso del recién nacido se considera adecuado y dentro de los parámetros normales, cuando los límites se encuentran en relación a su edad gestacional, con un peso medio de 3,350 gramos. La pérdida de peso fisiológica de los primeros días no debe superar en lo posible el 10% de su peso corporal y debe recuperarse entre el 5º y el 10º día.
Al nacer el bebé está preparado para la succión y deglución coordinadas.
Las primeras deposiciones del Recién Nacido Normal (RNN) están constituidas por meconio y su eliminación debe iniciarse en las primeras 24 horas de vida, luego aparecerán las deposiciones de transición: color marrón verdoso y al final de la primera semana las heces adquieren las características normales del lactante (color amarillento).
El hígado presenta inmadurez y deficiencia enzimática; y el intestino es relativamente grande, durante su vida intrauterina el RNN deglute líquido amniótico.
Otro de los cambios que sufre el bebé es una brusca supresión de la influencia hormonal materna, la prolactina está aumentada y puede ser la causante de secreción láctea.
También responde al sonido durante los estados de sueño y vigilia, con aumento de movimientos respiratorios, al comienzo se producen alteraciones en la frecuencia cardíaca, hasta que se habitúa al sonido y lo reconoce como familiar.
Los reflejos primitivos aparecen en las últimas semanas de gestación y desaparecen en los primeros meses de vida.
Los órganos de los sentidos están insuficientemente desarrollados.
Todos los recién nacidos están preparados para sobrevivir, sus reflejos innatos quienes permitirán su supervivencia son numerosos, desde los más vitales, como el de respiración y transpiración cutánea, circulación sanguínea y succión, hasta otros de mayor complejidad como lo es el de prensión y marcha, que revelarán a su pediatra en el momento oportuno si tu bebé posee un correcto desarrollo neurológico y funcional.
En cuanto a las demás defensas innatas, quizás una de las más curiosas sea su postura flexionada. Tu bebé la adoptará no sólo por la comodidad que le reporta, sino porque es de este modo como la superficie que tiene expuesta al frío disminuye. Así al conservar su temperatura corporal, gasta menor cantidad de energía y puede emplear dichas calorías en superar cualquier alteración que lo afecte, ya que su organismo sabe bien como salir adelante, pero lo más importante que se debe tener en cuenta es que todos estos cambios y posibilidades extrauterinas que posee su bebé dependen en gran medida de lo que usted le ha brindado durante estos nueve meses de gestación y de las condiciones de posibilidad que le genera para que logre adaptarse a un medio y realidad totalmente nuevos para él.
Sofía Chianalino
Profesora de Educación Física,
Preparadora de Partos - Taller Gestación