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Marcado. Lucas Godoy trata de cuidar la pelota. El enganche primero actuó adelante y luego se tiró atrás. Igual no alcanzó para que Alumni llegara al gol |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
Aparecieron los insultos, aumentaron los silbidos y, paradójicamente, también se acentuó el silencio sepulcral en Alumni.
La fría noche de viernes, en Plaza Ocampo, tuvo ese contexto de desesperanza, bronca y desconcierto ni bien el polémico árbitro Edgardo Sager pitó el final que dejó al equipo local cabizbajo por otra derrota, y al visitante, Juventud de San Luis, celebrando en la mitad de la cancha, como sucedió con Maipú, con Juventud Antoniana o Talleres (en este caso, en Córdoba).
Lo concreto que, en esta oportunidad, el 0-1 en contra dejó la peor de las sensaciones, un vacío enorme que pega fuerte sobre la gente alguna vez ilusionada con este joven plantel.
Ni siquiera la bronca contra la terna arbitral, que llegó con feos antecedentes y finalmente incidió en el resultado, pudo ocultar el fastidio generalizado del hincha común de Alumni, ese que ayer esperó volver a ganar como ante Racing, casi una rueda atrás.
Es que muchas veces se puede luchar contra molinos de viento; bancarse que desde el Consejo Federal manden árbitros que perjudican, remar contra la corriente; sin embargo, ni bien se percibe que desde la cancha no alcanza con el esfuerzo, el sacrificio y el orden, las sensaciones de bucear por el abismo son más lastimosas.
De hecho, si el equipo no gana cuando juega bien, imagínese cuando no lo hace, como anoche...
Muy flojo
Es verdad que Alumni debió lidiar contra un rival que -por producciones recientes- es uno de los mejores fuera de su casa.
En ese sentido, no hay que restarle méritos a Juventud de San Luis, que mantuvo un orden táctico aceitado, tuvo pressing constante en la mitad de la cancha y controló el juego en el primer tiempo de tal manera que se fue ganando.
De todas maneras, el elenco villamariense careció de juego para contrarrestar esa propuesta; tuvo apagado a su volante central, Leonardo López, y no supo explotar a Juan Bueno, tirado más atrás que de costumbre.
Ante la falta de juego corto, Alumni por momentos intentó con algunos pelotazos para Román Strada, pero está claro que el delantero de Monte Buey tampoco pasa por un buen nivel y estuvo obstinado en concluir la jugada individual con disparos sin destino.
En ese sentido, el pibe Federico Depetris, ayer remplazante de Carlos Herrera, sólo se dedicó a hacer el "trabajo sucio", trabajando entre los centrales, pero tampoco encontró una pelota limpia en los últimos metros.
En la primera etapa, fue tan pobre Alumni en ofensiva que apenas arrimó peligro con un remate desviado y desde larga distancia de Hugo Yocca y algunos tiros libres que merodearon el área rival.
Juventud estuvo cómodo con eso y, merced al trabajo de sus volantes, fue prolijo y paciente hasta lastimar cuando un pelotazo largo cayó sobre la derecha. La jugada terminó como la gente no quería que terminara: el asistente Ariel Correa no levantó la bandera, pese a que Wilson Albarracín se encontraba un metro adelantado. Y encima, el delantero bajó la pelota con el brazo, con total impunidad que ganó confianza, enganchó ante David Reano y definió al palo más lejano de Carlos Ronco, a los 24 minutos de juego.
Sin acierto
Con el gol a su favor, el conjunto puntano trató de perfeccionar su tarea de recuperación en el medio, asfixiando con marcas para prohibir cualquier intento de armado de juego en el local. Entonces Alumni, incómodo, no llegó a inquietar a Diego Luque y hasta casi sufrió el segundo gol visitante cuando Víctor Góngora quiso despejar una pelota tras tiro libre y Carlos Ronco debió salvar al lado del palo derecho.
Con ese panorama, el equipo villamariense debió tomar riesgos en el segundo tiempo, soltar a sus laterales más seguido (algo que hizo poco en el primero) y llevar la pelota con mayor movilidad.
La salida de Federico Depetris convocó al resto a jugar por abajo y sin pelotazos, pero no fue una empresa sencilla. La tarea de Ariel Quiroga (luego reemplazado por una lesión) y de Carlos Lucero fue fundamental en la destrucción de ideas rivales que hizo Juventud, sin descuidar el juego propio.
Más retrasado, el equipo de Gerardo Gómez cuidó espacios frente a su arco y Alumni fue al frente, pero sin profundidad.
Hubo algunas situaciones para empatar, es cierto, como un cabezazo de David Reano que atrapó el arquero, un remate de Matías Bolatti que pasó por encima del travesaño y un remate de Román Strada, a las manos del portero. No obstante, al equipo villamariense no sólo le faltó su goleador Carlos Herrera; sus carencias (de personalidad para revertir malas situaciones, sobre todo) parecieron desplegarse por todo el partido y hasta ese final de angustia, de desazón, de resignación, de bronca.
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