A poco más de media hora del inicio programado, sale a escena Enrique “Cacho” Aiello entre las sombras proyectadas sobre el enorme lienzo que emula a la tapa del álbum a respaldar.
El autor de “Magos y poetas” toma su guitarra eléctrica, fija su mirada en un punto distante y empieza a desgranar su versión intervenida de “Doña Ubenza”. Desde el teclado, Pablo Cordero comienza a aportar diversas texturas musicales, mientras Gustavo Nazar intercala destellos desde el bajo y Luciano Cuviello refuerza la base maltratando los parches y retumbando el redoblante.
El auditorio Sobral -poblado en un 85%- se aclimata para la presentación formal del tercer disco solista del músico y productor que vive y trabaja cerca de la ribera villanovense pero que se define como “de Villa María”, hasta con acento cordobés. Así lo deja en claro al final de “Litoral”, una agradable declaración de principios sobre las influencias de un artista mediterráneo.
La primera parte del show respetó la socialización solemne de los temas, cuya mayoría aglutinan versiones personalísimas -abordadas del rock, el pop y sus infaltables reminiscencias beatles- de obras folclóricas y tangueras. Ejemplos de ellos son las arrabaleras “Como dos extraños” y “Soledad” (dulce versión, sólo con guitarra), junto a “Amor ausente” (una exquisita interpretación y recreación de la zamba del cordobés Claudio Pacheco) o “Viejo corazón” de Polo Giménez. En dicho pasaje se sumaron Kuki Soria en guitarra y Fabricio Rodríguez en armónica, al igual que en “Zamba amanecida” (o “del amanecer” como dijera el propio Aiello desde escena). Allí dedicó holgado tiempo a desandar sus propias composiciones, como “Amala” y la entrañable balada-recitado “Escondido en mi corazón”. Extrañamente, aunque se lo notaba más relajado, histriónico y confiado que al principio, debió necesitar en ocasiones de la lectura de las partituras. Nervios de compromiso, que le dicen.
El tramo final contó con destacadas páginas que merecieron varios aplausos. Recreó “Paradiso americano” (grabada con Piero en el disco anterior y que Mercedes Sosa había tenido en cuenta para un disco), “El show de la evolución/Revolver” (un empalme bien rockero), “Botellas” (con un solo de Rodríguez, descomunal) y el “grand finale” antes de los bises (“Encuentro con el diablo” sobre música de “Sweet home Alabama” y “Monky”). Invitó a Sergio Alonso y Leo Daghero en saxos y Gastón Pérez Rivera para montar una delirante, extensa y participativa versión del tinku boliviano “Señora chichera”. Tras el coro del público, Pablo -que antes se había animado a un acordeón- y Gastón mecharon un rapeo funky, al modo cool de Elegante Sport. J.R.S.
Utiles. El recital fue a beneficio de la salita de apoyo escolar Los Piwis, por lo cual se recolectaron útiles escolares en la entrada.
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