“Los hijos son un regalo de Dios, de la vida y nadie rechaza un regalo”, dice, sonriente y tranquila Gabriela Soleri, la mujer que es madre múltiple por elección y que elegimos para homenajear a todas las madres.
Tiene 11 hijos: el mayor, de 18 años es estudiante universitario. Le siguen los cuatro que cursan el secundario, los tres que van al primario y el resto, a guardería. La más chica, es la beba de la familia con sólo un añito, que durmió durante toda la nota hasta que llegó la hora de la foto y sonrió para el flash.
Gabriela es villamariense, del barrio San Justo, para más precisión. Tras terminar sus estudios en el Instituto del Rosario, estudió para bioquímica.
Con el título obtenido a los 21 años, comenzó a trabajar en esta ciudad. A raíz del apoyo de una familia que conoció casualmente en la Clínica Marañón, se trasladó a James Craik donde se independizó laboralmente. Mientras tanto, estudió Analista de Sistemas y se recibió de su segunda carrera cuando estaba embarazada del primer hijo, a los 25 años.
Gabriela nos recibe junto a su esposo, Sergio Lorenzo y a sus chicos. El acceso a la vivienda sencilla de los Lorenzo es el laboratorio de bioquímica y tras pasar un estar, llegamos a la cocina, ese ambiente grande y cálido donde conviven los cestos de las medias (“en esta casa es difícil encontrar el par”, bromean) y el perchero “de dos pisos”, que tiene una cantidad de camperas colgadas como si se tratara de un guardarropas de un boliche.
En dos habitaciones ubica a los chicos: una para las mujeres y otra para los varones. Después, el tercer dormitorio es para el matrimonio y el cuarto para huéspedes que nunca faltan.
Debe ser la casa más divertida de la cuadra para los adolescentes craikenses, que la eligen para juntarse en el garaje a ver películas y comer algo.
La mesa -en rigor, las mesas- que reúnen a los 13 miembros de la familia, es el lugar en torno a la cual hicimos la charla con EL DIARIO.
El secreto de Gabriela es no perder la calma. “Siempre hay adversidades, problemas económicos, pero nosotros quisimos tener los hijos que nos mandara Dios y estamos felices con esta familia y así lo vivimos”.
No impusieron una disciplina militar “porque no vamos a ser tan puntillosos con las actividades”, pero sí tienen un código: respetar el horario de levantarse, de acostarse y de comer. “Es importante que los chicos se acuesten todos temprano, para tener una hora para la pareja o para uno, que tiene ganas de leer o de hacer algo”.
Sostiene que las cosas que ha renunciado por los chicos son insignificantes.“Creo que el que dice que no estudia o no trabaja por los chicos, no hace más que poner excusas. A lo único que hemos renunciado es, por ejemplo, a celebrar el Día de la Madre en un restaurante, porque sería costosísimo, pero no son cosas importantes”, relató.
Además de trabajar en su laboratorio, la mamá múltiple es docente y hasta tiene tiempo para militar en política. “Siempre fui de la Democracia Cristiana y me eligieron concejala en el período 2003-2007. Fue una de las cosas más lindas”, dijo.
Gabriela tiene 45 años y está espléndida. La piel joven, el cuerpo ágil y fuerte. “Los hijos no arruinan, al contrario, te dan vitalidad. Además, con 11 chicos no tenés tiempo para deprimirte”, asegura.
Cuenta que le es más fácil con los más chicos que con los primeros, porque ahora hay más manos.
No los tiene que ayudar con la tarea porque son independientes y responsables.
Hoy, recibirá la flor “con otras flores adentro que se escondió”, como explica uno de los más chiquitos, al contar el regalo que le tiene preparado a Gabriela. ¡Feliz Día!
Texto: Patricia Gatti
Fotos: Osvaldo Carballo