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Con un gol de Luciano Luppo, Colón volvió a vencer a su tradicional adversario, esta vez en Plaza Ocampo. En la otra foto, los jugadores del equipo rojinegro celebran la victoria después del pitazo final |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
Paradoja uno en Plaza Ocampo: Rivadavia, el equipo con más altura de la Liga, recibe un gol de cabeza tras un tiro libre. Paradoja dos: En el Día de la Madre, Colón hizo el festejo del Día del Padre por un nuevo clásico cabralense que queda en su poder.
El resultado de todo esto es un cambio de mando en la Liga Villamariense. El rojinegro volvió a la punta con ese frentazo a la red de Luciano Luppo; ganó 1 a 0 y lo justificó con sacrificio puro, sin sobrarle nada, y gestionó así otra ilusión de su gente rumbo al bicampeonato.
Dentro de un partido medianamente chato, el equipo de Leonardo Comba cumplió con su premisa de ser el mejor en defensa, mientras Rivadavia no supo darle brillo a su chapa de ataque, a pesar que estuvo cerca del empate.
Vale darle méritos también al arquero Julio Giraudo, quien se erigió en figura cuando, en el primer tiempo, desvió dos pelotas claves que achicaron las chances de Rivadavia.
Es que, más allá que Colón intentó adueñarse del partido en esa etapa inicial, fue Rivadavia quien mejor trató la pelota desde la elegancia y el toque de Marco Berterame.
En realidad, el “Puli” fue el termómetro del “verde” y, al mismo tiempo, el jugador más peligroso en ataque. Primero sacó un cabezazo desviado; luego, a los 25’, habilitó a Martín Erregarena, quien -exigido por la marca- sacó un remate cruzado que alcanzó a desviar con el pie Giraudo. Y cinco minutos más tarde, el arquero le sacó a Berterame un frentazo cruzado con un manotazo espectacular.
A Colón se le hizo más difícil llegar al arco y recién lo hizo con sumo riesgo sobre el final de la etapa, con Diego Gabetta escapando por izquierda y José Fernández rematando al cuerpo de un defensor, cuando Diego Fantino parecía vencido.
Sin embargo, lo mejor del campeón estaba por venir: En el arranque del segundo tiempo, Lucas Morre ejecutó un tiro libre al palo más lejano y Luppo, por detrás de todos, se elevó con criterio para cabecear la pelota al gol.
De ahí en más, el partido fue otro porque Rivadavia se soltó mejor por afuera para ganar terreno, justo a medida que Colón retrocedía para defender el resultado con uñas y dientes, aunque esa actitud le costó dos expulsiones con el correr de los minutos (Navarro y Grande) y ante un arbitraje impecable de Julio Fernández.
En la búsqueda del empate, el “verde” careció de precisión en sus delanteros, a tal punto que Erregarena, en soledad y tras un centro, mandó un cabezazo cruzado y afuera.
Berterame y su orgullo también hicieron lo suyo. Un disparo del mediocampista rozó en un jugador y se perdió cerquita de un palo. Y después, “Puli” envió otro cabezazo que salió desviado.
También estuvo cerca de empatar Rivadavia cuando Andrés Agosto, en tiro libre, le cedió la pelota a Fernando Cabrera, quien se escapó para sacar el centro bajo, pero el rebote posterior en un defensor ayudó a Giraudo.
Esa falencia en la definición del hasta ayer puntero fue fundamental en el resultado, más allá que algunos jugadores se quejaron por una mano en el área que no fue intencional y que, a su parecer, debió ser penal.
A todo esto, Colón trabajó a destajo en defensa; se ordenó siempre y despejó como pudo todo lo que llegó cerca de su área.
Luppo -casi en una pierna-Gabetta (que hizo expulsar a Damiano sobre el final) y compañía trataron de cuidar la pelota o, en su defecto, meter pierna para recuperarla. Y así, el cántico de “¡hijos nuestros!” se desató en las tribunas de cemento sobre el cierre del clásico.
Volver a la punta, soñar con la vuelta, abrazarse a la gloria... Colón experimentó esto y mucho más en los últimos tiempos. Sin embargo, dicen que es adicto a esas sensaciones. Y frenarle esa buena enfermedad, cuando faltan cinco fechas, no será sencillo.
La figura
El arquero Julio Giraudo fue fundamental cuando atajó dos tiros difíciles en el primer tiempo, uno a Erregarena y otro a Berterame. Además, se mostró seguro en el complemento para descolgar los centros. No obstante, quien puso juego en la tarde fue Marcos Berterame.
Claves
• Pese a que tardó en sumar hombres para acompañar a los delanteros, Rivadavia generó más, pero falló en los metros finales, donde nadie estuvo afinado con el arco.
• La respuesta del arquero Julio Giraudo, en dos atajadas importantes, fue fundamental en el primer tiempo.
• Colón supo lastimar a través de la jugada con pelota detenida y se sacrificó en el complemento para tener la pelota o cortar los avances rivales.
• El ganador de la tarde fue puro corazón y orden.
En la computadora
Colón Rivadavia
Faltas 14 22
Tiros al arco 2 6
Atajados 0 3
Desviados 1 3
Convertidos 1 0
Cabezazos 1 3
Corners 4 5
Offside 3 2
Amarillas 1 4
Rojas 2 2
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