Han pasado los 20 años de edad y algunos tocan los 30. No trabajan, no estudian, no realizan actividades de ningún tipo. Dependen económicamente de los padres, a quienes golpean.
Por semana, en Villa María se efectúan entre dos y tres denuncias de progenitores contra sus hijos por violencia familiar.
Son datos oficiales revelados por la Mesa de Recepción de denuncias de violencia familiar a EL DIARIO en la mañana de ayer.
“Generalmente son jóvenes, mayores de edad, sin estudio ni trabajo. Y es casi un denominador común la adicción”, explicó la doctora Alejandra Leuca, a cargo de la dependencia judicial.
“Pretenden que sus padres los sigan manteniendo”, subrayó.
Son personas que han pasado los 20 años. En la mayoría de los casos los victimarios se colocan en la franja de edad que va de los 23 a los 27.
Tienen reacciones agresivas contra sus progenitores. “No siempre son físicas, suele darse el maltrato verbal y psicológico”, contó Leuca a este matutino.
Los padres suelen ser personas de alrededor de 60 años y reciben de sus herederos ataques en lugar de abrazos, insultos en lugar de cariño.

Qué se hace

Generalmente, concurren a Tribunales a presentar la denuncia contra sus hijos los dos padres juntos. Cuando no se da esa circunstancia, se suele citar a quien no acudió -ya sea la mamá o el papá- para corroborar los dichos del denunciante.
Desde la Mesa de Violencia Familiar, ubicada en el tercer piso del Palacio de Justicia, se le da intervención a algunos de los cuatro jueces de Familia que actúan en la sede judicial, según quién esté de turno esa semana. También toma participación en caso de que haya menores involucrados la juez Cecilia Fernández.
Los padres piden, en la mayoría de los casos, que el magistrado ordene la exclusión de los hijos del hogar familiar.
En algunas ocasiones, solicitan ayuda o la internación del victimario. Según Leuca, el juez ha ordenado internación de los jóvenes agresores para tratamiento de las adicciones. Como en la ciudad no hay centro de rehabilitación, son derivados a nosocomios de Oliva, Bell Ville u otro punto de una provincia en que la droga se consigue en cualquier parte.