Hace muchos años cuando mi padre se fue de Villa María a Mendoza por razones de trabajo, yo tenía tres años. Mi abuela (madre de mi padre) y mis tíos (sus hermanos), solían contarme de los enormes deseos que él tenía de volver a su querida Villa. Desde mi adolescencia, todas las veces que viajé a Mendoza, hasta que murió en el ‘92, nunca dejó de confesarme su deseo de volver a ésta, su ciudad natal. Nunca pudo hacerlo.
Mi padre se fue en 1961… la ciudad debía ser por entonces mucho menos de la mitad de lo que es hoy. Pero él la amaba y la extrañaba. Creo que toda la belleza del suelo cuyano nunca fue un consuelo para su desarraigo.
Domingo 11 de octubre: Hay una muestra de autos antiguos en la cuadra de La Gruta de la Virgen de Pompeya. Yo voy tres veces por semana a la Gruta. Una cinta amarilla atada de árbol a árbol, demarca un recorrido que hacían esos autos. Es un día fantástico y el sol comienza a estimular esta primavera perezosa. No voy a hacer un descubrimiento, pero la ciudad está más linda que nunca. Creció a pasos de gigante, se engalanó con nuevos edificios, paseos y nuevos pasatiempos. Aunque la “vedette” de la Villa, será siempre la costanera.
Lunes 12: Día de la Raza y hablando de razas, también la ciudad se adornó con nuevas familias, con otras personas que se enamoraron de la Villa. La cinta amarilla sigue atada a los árboles en un tramo de unos 50 metros, …pero los autos antiguos ya no están.
Martes 13: debo decir con franqueza que no me gustaría tener que irme de la ciudad justo en este momento. Aquí he vivido las emociones más intensas. He visto los que llegaron para enriquecerla… y he visto los que llegaron para hacerle daño. El viento del martes 13 ha cortado la cinta amarilla que sigue atada a los árboles, aunque en el suelo.
Miércoles 14: siempre me entristecen las actitudes de aquellos que, no se por qué causa, destruyen y arrojan basura con absoluta indiferencia.. Algunos llevan esa agresión incorporada a sus modo de vida. Tal vez no sepan vivir de otro modo, o no les interesa hacerlo. Me sigo preguntando por qué los que organizaron el evento de autos antiguos han dejado la cinta amarilla, como señalando un camino a ninguna parte.
Jueves 15: hay una realidad alarmante en todo el Planeta, respecto a la basura. Los humanos siguen generando más desperdicios de los que se pueden eliminar por naturaleza. La causa es un consumismo descontrolado. Muchas personas no tienen su vida tan organizada. También ese consumismo lleva al hombre a buscar más recursos y ahondar con más dramatismo la degradación de la Madre Naturaleza. Algunos sólo piensan en vivir el presente, nada les importa el futuro de sus nietos y los hijos de sus nietos. Esa es la apatía cruel con que el hombre moderno se armó una coraza. El individualismo es la moneda corriente por estos tiempos. “Sólo me interesa lo mío, mi entorno y lo que yo hago”…
Restaurar un auto antiguo es una actividad que no sólo lleva tiempo y dinero. También hay mucho sentimiento en quienes lo hacen. Me gustan los autos antiguos y tengo amigos que cultivan este hobby. Debo decir que hoy la cinta amarilla sigue en el mismo lugar, y no creo que la pasión por los autos viejos los haya hecho olvidar esa cinta.
Viernes 16: la bendita cinta amarilla sigue “adornando” ese tramo de nuestra costanera. Pero este no es el único gesto desaprensivo de un sector de nuestra comunidad. No todos quieren a la Villa, como algunos la queremos…
Jueves 22: la soberbia suele ser la causa de muchos gestos de violencia. Agredir los ambientes naturales y los espacios públicos son gestos de indiferencia pero también de violencia. Ciertas personas creen que tomar conciencia de los dramas ambientales de la Tierra, es un paso importante. Pero no lo es… a esta altura la conciencia humana no sirve de nada. Han pasado 12 días de la exhibición de autos antiguos y la cinta amarilla, raída por el clima, aún sigue siendo parte triste de nuestra no siempre bien amada costanera. Lamento haber tomado como ejemplo de individualismo e indiferencia a los fanáticos de los autos antiguos... Pero aunque me digan que la cinta es degradable o que son los potenciales colaboradores económicos de alguna institución benéfica, yo no los perdono. Los buenos gestos deben empezar por casa. De todos modos, y por desgracia, la renovada y pujante Villa, tiene más agresores de los que puedan imaginar...
Juan Alberto “el Negro” Díaz
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