“Es una situación de estrés extrema. Una cosa es decirlo, otra cosa es preguntarle a las criaturas lo que han vivido, no vuelven a dormir en el lugar por mucho tiempo. Y los padres no se olvidan nunca lo que vieron”. Francisco Márquez alegaba y la sala estaba enmudecida. Quizás, más allá de su profesionalismo que lo lleva a centrarse en el caso en sí y desde un lugar objetivo, el fiscal debe haber revivido algo de su propia experiencia, aquella que le tocó atravesar en mayo de 2008 cuando lo atacaron a balazos en su casa.
Lo cierto es que Márquez valorizaba el reconocimiento hecho por los damnificados de Dalmacio. “No es un rostro que ven en una manifestación en la calle, es un rostro que no se olvida más”, remarcó.
Relatando pruebas, el acusador público no dudó en sostener la responsabilidad de los imputados. Esgrimió reconocimientos positivos, el análisis de llamadas telefónicas, el hecho de que el ladrón herido de bala en el asalto en Las Perdices no buscara auxilio médico, la aparición de objetos, las pruebas de ADN y otros elementos. Concluyó que los datos son precisos, unívocos, concordantes e indicativos.
Y dijo: “El hecho (de Dalmacio) empezó de forma muy violenta. Recién se calmaron cuando les dieron 8 mil dólares. ¿Y si no tenían ese dinero? No todo el mundo tiene un fondo para los ladrones. Para suerte de esta familia, ellos tenían esa plata”.
Los defensores, en tanto, demandaron absoluciones y penas mínimas.
@Otros delitos juzgados
Fernández y Ceballos también son juzgados por haber sido encontradas en su poder dos armas de fuego, “recibidas de personas no precisadas, a sabiendas de su procedencia dolosa”. El 7 de setiembre de 2008, fue secuestrada un arma tras un procedimiento en ruta 158 y ruta 2, que estaba oculta en el Volkswagen de Ceballos. Ese automóvil tenía pedido de captura y por eso la Policía lo detuvo. Ceballos iba con Fernández, por lo que ambos fueron acusados por coautores de encubrimiento, al tiempo que el primero también fue imputado por tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil.
Por otro lado, cabe consignar que Fernández no fue acusado por el hecho registrado en Las Perdices.
Por último, vale indicar que Arnaudo tiene 25 años, es soltero y dijo ser cerrajero, Ceballos tiene 36, separado, dos hijos y poseía un taller de soldadura. Deheza, en tanto, tiene 34 años, cinco hijos y practicaba boxeo, con lo que ganaba alrededor de 600 pesos por mes, según apuntó ayer.
Finalmente, Fernández tiene 31 años, es soltero y se dedicaba a la chapa y la pintura.
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