Escribe: Ing. Mario Bragachini (*)
El sistema productivo agropecuario argentino requiere una rápida evolución hacia la sustentabilidad con un fuerte compromiso social empresarial que priorice la conservación de la capacidad productiva de los suelos, la gestión ambiental, el aumento de la producción, la calidad de los productos y el agregado de valor a los granos en origen para favorecer el desarrollo territorial con equidad.
Dejar pasar el tiempo analizando delineadamente a quien corresponde generar el cambio y seguir incrementando el área de soja a razón de 1,5 M/ha por año y exportar más del 80% de la producción granaria como commodities (fundamentalmente granos y aceite y harina de soja), no parece el camino más conveniente para el futuro de nuestro país.
Llegó el momento de que todos los argentinos pensemos: ¿qué podemos hacer para ayudar a mejorar esta realidad? Seguramente será un proyecto de país agropecuario con un fuerte crecimiento hacia el aumento de la producción con balance de nutrientes y carbono del suelo al menos neutro, con una legislación de los contratos de alquileres de campos que permita planificar una secuencia de cultivo razonable y sustentable a mediano plazo (no menos de cinco años).
Donde los que produzcan los granos tengan compromiso social con la región en donde desarrollan sus actividades productivas volcando los excedentes económicos en la zona, aportando a nuevos emprendimientos productivos de generación de agregado de valor a las materias primas agropecuarias y de esta forma aportando al desarrollo local.
Generación de emprendimientos con capitales y actores locales, donde los granos (maíz, sorgo, soja) se transformen en alimentos balanceados para producciones específicas, donde florezcan los emprendimientos asociativos con escala y buena tecnología para transformar esos granos de calidad en más carne de cerdo, carne bobina, leche, pollo (huevo y carne) en la región y también localmente generar las plantas o industrias de alimentos (frigoríficos, industrias lácteas, etcétera), provocando un sinergismo exponencial de demanda laboral capacitada en estos procesos para que los desocupados de las grandes ciudades vuelvan al interior con apoyo desde el estado en infraestructuras que eleven el nivel de vida de los productores, empleados y la comunidad en su conjunto.
Sin lugar a dudas todo esto, a nivel de las distintas regiones productivas de nuestro país, generará nuevas capacidades y nuevas habilidades que deberán desarrollar las comunidades del interior.
De esta manera los pueblos del interior volverán a crecer demográficamente, los intendentes no tendrán que preocuparse por el asistencialismo social, sino de cómo llevar adelante proyectos de radicación industrial y agroalimentarios, ya que la gente ocupada pagará impuestos que luego se volcarán en obras de infraestructura para las localidades.
El valor agregado a la producción primaria generado en origen es una herramienta muy poderosa de desarrollo local, la mejor herramienta contra la indigencia es la creación de puestos de trabajo genuinos.
¿Por qué maíz?
Porque Argentina con la soja se ha transformado en un país productor y exportador de proteínas, “excedentario en proteínas”, la proteína de soja hoy exportada con muy poco o nulo valor agregado constituye una excelente oportunidad para el desarrollo.
Para ser eficiente en la transformación de la proteína vegetal en proteína animal hace falta formular raciones balanceadas y allí aparece la necesidad de la energía (almidón) que posee el maíz y el sorgo granífero.
Energía (maíz y sorgo) y proteína (soja) con calidad y en cantidad y un plan nacional de sustitución de carne bovina en la dieta de los argentinos por carne porcina y aviar nos llevaría en el corto plazo a tener un excedente importante de carne bovina, aviar y porcina para exportar, esto es utilizando el mismo volumen de granos que compone una ración balanceada. Argentina puede en poco tiempo ser estratégicamente un país exportador de carne bovina de altísima calidad, leche y quesos, carne aviar, huevo (líquido y en polvo), carne porcina y chacinados.
Argentina debe recuperar el equilibrio productivo.
La importancia de las gramíneas
La producción de grano de maíz y sorgo duplica y triplica los kg/ha de soja, pero también duplica y triplica la producción de biomasa y carbono para el suelo.
Como el grano del maíz presenta un bajo precio (la tonelada vale 2,6 veces menos), debe ser transformado en su totalidad en producto balanceado y luego en proteína animal en origen, a no más de 80 kilómetros de donde se produce y fundamentalmente con la participación del productor en este negocio.
Argentina en 2015 debe cambiar su matriz exportadora hoy basada en commodities para pasar a productos elaborados de alto valor agregado.
Claro está que las localidades que más se alejen del puerto de Rosario serán las más beneficiadas por la reducción del costo de la materia prima.
Para lograr esta transformación hace falta más maíz y sorgo en la secuencia de cultivo, no perdamos la campaña, tomemos decisiones ahora, expresó el especialista en un amplio y claro informe de situación.
(*) Coordinador de la Red del Proyecto Agricultura de Precisión
Otras notas de la seccion El Diario Rural
Postergaron las liquidaciones para frenar la baja de precios
Convenio de Buenas Prácticas con Aapresid
Se llevará a cabo un taller sobre uso sustentable de suelos
Atilra cruzó a Apymel
Oliva tiene su estación meteorológica
|