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Mala imagen. Los jugadores saliendo cabizbajos repetidamente, ya no forman parte de una simple mala racha. Hace tres torneos que Alumni ni siquiera clasifica a otra instancia |
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Escribe:
Juan Manuel Gorno
(De nuestra Redacción)
Desde la óptica dirigencial, Alumni sigue con su proceso de crecimiento, aunque sea de hormiga, en lo institucional, tanto en la parte de la infraestructura -por la edificación del nuevo estadio y las obras que aparecen- como de lo deportivo -por la propuesta de sacar valores propios para el equipo superior- sin embargo, tocar fondo en la tabla de posiciones, en una categoría donde no se permiten descansos, pone al club en una curva descendente que lo avergüenza.
El equipo villamariense, que perdió el domingo en Mendoza, ante el puntero Maipú, pareció dejar todo el sacrificio y las ganas para revertir esta pobre situación, a punto tal que algunos jugadores, tirados en el campo de juego después del pitazo final, exhibieron su tristeza con lágrimas en los ojos, visiblemente tocados por el traspié que no querían sufrir.
Son precisamente los futbolistas los primeros responsables en el fútbol, ya que de sus pies depende si una pelota entra en el arco, va bien dirigida al pie del compañero o se introduce por error en el arco propio.
De todas maneras, no debe quitarse del medio la responsabilidad del cuerpo técnico y, por supuesto, de los dirigentes que optan por armar un plantel, adecuándose a un presupuesto o a una idea de lo que se pretende.
En este sentido, habría que preguntarse si realmente el entrenador Rubén Agüero, quien seguramente será el primer fusible si los resultados positivos no llegan, es la verdadera causa de esta campaña paupérrima del representante del fútbol local.
Lo que hizo en Mendoza, de armar un dispositivo para anular el trabajo del líder y subir sigilosamente hacia el arco contrario, se debe medir desde la realidad porque está claro que hoy Alumni no está para salir al golpe por golpe contra uno de los equipos más efectivos del certamen.
El momento indicaba que a Maipú había que respetarle el invicto de casi tres años que lleva como local, pero al mismo tiempo faltarle el respeto con una dosis de oportunismo, algo de lo que este equipo carece.
En todo caso, deberían exigirle a un técnico que arriesgue cuando los riesgos también vienen desde arriba, es decir, desde la directiva que arma un plantel para afrontar un campeonato. Si no caeríamos en el facilismo de pedirle al DT que sea guapo en la competencia, con un grupo de jugadores que -más allá de sus cualidades técnicas- no tienen todavía la sapiencia de los jugadores suplentes de un rival como Maipú, por ejemplo, que se da el lujo de dejar a Luciano Córdoba en el banco o prescindir del talento de Silvio Molina, lo que marca su poderío por estar en la punta, por más que su juego no sea bueno para los ojos.
Además, el fútbol no tiene lógica, pero tampoco es el mundo del revés. Y si Alumni lleva tres temporadas consecutivas sin siquiera lograr una clasificación a instancias finales, no es por la mala elección de los técnicos, sino por lo que falta en el material para salir a buscar algo importante.
Está claro que no es una empresa fácil, que conseguir sponsors en una ciudad como Villa María es más complicado que en Córdoba, San Juan o Mendoza, y que hasta los árbitros miden con distinta vara según el cartel de los equipos que dirigen.
También es cierto que no son muchos los que se pelean por agarrar las riendas del club y que, por ende, no hay otras propuestas de progreso de las que se tiraron sobre la mesa.
El problema es que los villamarienses se están acostumbrando a perder o, en todo caso, a no ganar nada con el equipo, y al mismo tiempo, los rivales se están acostumbrando a ver a Alumni como un trámite, por más que el propio Alumni se encargue de complicarle los partidos.
Alguien tendrá entonces que dar un golpe de efecto y hacer del equipo una propuesta atractiva para la gente que, algún día en el futuro, se sienta identificada con la causa.
Si hay goles, triunfos y protagonismo, habrá aliento popular, interés empresarial o político y, al mismo tiempo, respeto del oponente. Pero si siguen las pálidas y las migajas, lo conseguido se puede derrumbar con el tiempo.
Alumni, en sus tiempos gloriosos, siempre le dio un toque de jerarquía al pueblo villamariense y a la región, por su ambición deportiva. Retroceder casilleros sería dejarse llevar por la mediocridad, y así, sumará más indiferencia que adeptos.
Desde estas páginas históricamente se pide que el pueblo apoye siempre al único equipo que representa al fútbol nuestro, aunque está claro también que un apoyo debe recibir alguna respuesta positiva de ese equipo, si no estaríamos incitando al masoquismo futbolístico, ese que sienten quienes van a la cancha para irse con la cabeza gacha, desde hace un largo tiempo.
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