Mientras se aconseja evitar el derroche del agua ante la grave crisis hídrica, un camión que habitualmente riega las calles de tierra en los barrios de la ciudad desparrama todas las mañanas entre las 6 y las 6.30 (en unos pocos minutos) el contenido de un tanque completo que va a parar, casi todo sobre la vereda de colores de la costanera, entre el Anfiteatro y el puente de las compuertas del Balneario.
Pareciera que se pretende regar el césped que está entre ese veredón y la costa del río, pero apenas si alcanza a mojarlo unos pocos centímetros.
¿Se justifica semejante derroche? ¿Qué cerebro urdió semejante estrategia de riego y de ahorro del agua?