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Héctor Rodríguez Brussa y María de las Victorias Garibaldi, autor y actriz de la obra |
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“No se trata de contar una historia, es más bien como una invocación”, sintetiza a EL DIARIO el autor y director Héctor Rodríguez Brussa sobre la premiada obra “Anita Garibaldi”, que se presentara anoche y que repite hoy a las 21.30 en la sala La Llave (Carlos Pellegrini 230).
Con los ojos bien abiertos y las manos acompañando en su pantomina, el dramaturgo bahiense radicado desde 2004 en Misiones, intenta desentrañar la construcción de una pieza tan singular, alocada, apasionante e intensa como la propia historia que antecede a su gestación.
“Estábamos a una semana de que se cerrara la inscripción para el Festival de Teatro de Misiones y me puse a escribirla, después de meses de pensarla en la cabeza. La terminé en cinco días”, confiesa. “Al cerrar una parte se la pasaba a mi mujer -la actriz María de las Victorias Garibaldi- y ella disparaba al fondo de la chacra en donde vivíamos y ensayaba. Los vecinos creían que estábamos locos.”
Debido a ese particular contexto de producción, la puesta escénica se reduce a cuatro velas y un poco de arena. “No fue una búsqueda premeditada, resultó así. Además eso nos liga con lo primitivo, con lo ancestral que vale para esta obra”, concluye Héctor, responsable del grupo Poquelín (apellido real de Molière).
La pieza es definida por su autor como “un relato ficcional con rigor cronológico” de siete hechos puntuales en la intrépida vida de Ana María de Jesús Ribeiro da Silva o Anita Garibaldi, quien se casara a los 19 tiernos años con el ya avejentado luchador revolucionario Giusseppe Garibaldi, “el Che Guevara del Siglo XIX”.
@ Posible parentesco
Mulatona como pocas y frente a todos los prejuicios, acompañó al idealista que luchara contra el imperio portugués en Brasil, aún cabalgando embarazada. Falleció a los 28 años, tras una tormentosa relación de celos, amores y odios, con otra vida gestándose en sus entrañas.
El director admite que siempre relacionó a Garibaldi como “un mercenario, un pirata” hasta que se interesó en las historias que contaban los familiares de su esposa, Victoria, que casualmente porta el mismo apellido. O no tan casualmente. “Ella -aclara Héctor- es oriunda de Chaco, pero vivió mucho tiempo en Salta y estudió en Tucumán. Hay una posibilidad de que tenga cierto parentesco con Giusseppe porque el hombre era de desperdigar hijos bastardos por todos lados, en el norte argentino y hasta en Montevideo”.
La obra, recibió el premio Estrella de Mar 2008 como actriz revelación y fue nominada como mejor unipersonal dramático.
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