Sólo un papel aceptable, por actitud, planteo de partido y búsqueda. Alumni tuvo que conformarse con eso y nada más. La realidad es que volvió a perder contra Talleres en Córdoba, esta vez, 2 a 0, con la carencia de eficacia como la explicación tajante.
La jerarquía del equipo albiazul, con abanderados de oficio como Federico Lussenhoff y el arquero Matías Giordano, inclinó la balanza en el Estadio Córdoba, donde el equipo villamariense marró nuevamente un penal que le daba chances de empatar, aún con un hombre menos.
En ese sentido, el resultado final resultó “mentiroso”, pero reflejó la poca contundencia que padece la formación villamariense y la ambición que tuvo el conjunto local, que ganó sin jugar bien, sufriendo y con superioridad numérica durante más de un tiempo.
De arranque nomás, Talleres tuvo problemas para dañar al equipo dirigido por Rubén Agüero, que le preparó un dispositivo defensivo detrás de mitad de cancha, tejiendo una telaraña, para luego salir rápido, casi siempre por la velocidad supersónica de Román Strada.
De todas maneras, todo hubiera sido perfecto si cada réplica furiosa de Alumni finalizaba mejor. Pero Juan Bueno no anduvo derecho para el arco. En el primer tiempo, falló dos veces con remates por encima del travesaño, en situaciones nítidas.
Talleres tuvo chances menos claras, aunque se las rebuscó con centros repetidos y algunas acciones en pelota detenida. Por eso avisó con un cabezazo de Moreira Aldana que pasó por encima del horizontal, además de un tempranero frentazo de Lussenhoff que se perdió cerca del palo derecho.
Por la misma vía aérea, la “T” estuvo a punto de gritar el primero cuando Emiliano Ciucci ganó tras un centro desde la derecha, pero Carlos Ronco, de manera fantástica, sacó la pelota al córner con un manotazo.
Los miles de hinchas locales se entusiasmaron con semejante acción y luego se asustaron con otra más espectacular: Sebastián Godoy, pasando la mitad de la cancha, vio adelantado a Giordano y envió un balinazo tremendo. La pelota pegó en el travesaño y se fue, mientras el arco terminó averiado por el mismo impulso desesperado del arquero.
Era precisamente Godoy la manija del equipo villamariense, no sólo para convertirse en salida pulcra, sino también para profundizar hacia los costados para la aparición de los delanteros.
En ese contexto, la segunda amarilla que se ganó el volante central, a los 39 minutos de la primera etapa, minimizó las posibilidades de Alumni y agrandó a Talleres, que salió más decidido en el segundo tiempo y encontró el gol temprano, a los 5’, en otra guapeada del “Colorado”, por captar la pelota en la puerta del área y rematar violento después de otro centro a la olla que terminó en rebote.
La desventaja en cantidad de jugadores y en resultado, pareció desorbitar al conjunto villamariense y levantó la moral de un Talleres que estuvo cerca de aumentar cuando Solferino, por detrás de todos, recibió un centro para disparar de primera, aunque Ronco reaccionó para salvar sobre la línea.
De ahí en más, pareció que el elenco conducido por Roberto Saporiti sobró el partido, más allá que Alumni no bajó los brazos, siguió ordenado y aceleró en los metros finales cuando vio espacios. Por eso Giordano se vistió de héroe y sacó dos tiros con maestría, en menos de cinco minutos, para agregarle mayor frustración a la búsqueda de Bueno, quien había probado al arco en ese par de oportunidades.
Claro que lo mejor del “uno” de Talleres estuvo a los 36 minutos, un momento crucial, ya que el árbitro Esteban Nasier cobró uno de esos penales que muchos jueces no se animan a cobrar (por agarrón en el área tras un corner). Y allí Nahuel Caler, como le sucedió a Carlos Herrera en el partido anterior, en el mismo estadio y ante el mismo arco, con toda la parcialidad albiazul explotando detrás, debió ejecutar la pena máxima.
Lo lamentable para la formación villamariense es que la situación tuvo un desenlace parecido al anterior, es decir, con Talleres de festejo, porque Caler remató fuerte y al medio, sobre la humanidad de un Giordano que tapó con un par de pasitos hacia delante.
A partir de allí, Talleres no volvió a perdonar y, en una incursión por izquierda, Ignacio Anívole tiró fuerte, Ronco no alcanzó a despejar bien y Damián Solferino, por el segundo palo, sólo tuvo que empujarla para resolver cualquier problema.
Es cierto que fue demasiado castigo para Alumni, que hizo méritos como para quedarse con algo y dio pelea para no resentir la estructura pese al hombre menos. Pero el fútbol no es cuestión de merecimientos, sino de eficacia, palabra clave que surge de la jerarquía o de la experiencia.
Talleres tuvo este ítem fundamental; Alumni no, ni siquiera para descontar en los minutos finales, cuando Bueno, mano a mano, remató a un palo y Strada envió un tiro cruzado que atrapó Giordano.

La figura
El arquero Matías Giordano fue el héroe porque tapó un penal fundamental, en momentos que Talleres ganaba 1 a 0. Además, tapó un par de pelotas claves. También se destacó el “Colorado” Lussenhoff, abanderado del empuje local.

El árbitro
Esteban Nasier, de Chascomús, tuvo un arbitraje sin grandes fisuras. No se dejó guiar mucho por el griterío del público y, si bien expulsó acertadamente a Sebastián Godoy, también cobró un penal que muchos no se animan a cobrar.