Con la ciudad todavía conmovida por el trágico saldo de uno de los accidentes más impactantes de los últimos años, recibieron ayer sepultura los restos mortales de la joven mamá embarazada y su pequeña hija, que fallecieron al ser arrolladas por el tren de pasajeros.
Desde poco después del mediodía de la víspera, Romina Jésica Mercaú, de 27 años, y Julieta Rocío Barbieri, de 8, descansan en el cementerio parque La Naturaleza, aunque previo a la sepultura el cortejo fúnebre hizo un alto en el Instituto Rivadavia (al que asistían ambas víctimas), donde se hizo un sentido homenaje de despedida.
Tanto frente al establecimiento educativo ubicado en Tucumán y Sobral, como en la necrópolis villanovense donde se llevó a cabo el sepelio, se vivieron momentos de profundo dolor y tristeza, todo ello como consecuencia de un episodio que aún asimilar por el dantesco resultado que arrojó en contados segundos.
Cuando el cortejo detuvo su marcha sobre calle Tucumán, frente a uno de los ingresos al colegio Rivadavia, directivos y docentes despidieron con sentidas palabras a sus malogradas alumnas.
De camino al cementerio parque, quienes acompañaron a Romina y Julieta hasta su última morada recibieron innumerables muestras de respeto a lo largo de todo el trayecto, lo que evidencia que la comunidad sigue conmovida por esta tragedia que enlutó a la sociedad en su conjunto por sus estremecedoras características.

Otros detalles

Romina había nacido el 7 de junio de 1982 y se hallaba embarazada de cinco meses, mientras que Julieta iba a cumplir 9 años el próximo 12 de diciembre (era clase 2000).
Como ya se informó, la joven mamá estaba cursado estudios de Magisterio en la Escuela Normal “Víctor Mercante” y sólo le faltaban algunas materias para recibirse y comenzar a ejercer la docencia, al tiempo que la pequeña concurría al tercer grado de la escuela primaria del mismo establecimiento educativo, a escasos metros donde ambas perdieron la vida minutos antes de las 8 de la mañana del pasado martes.
Romina Mercaú estaba casada con Fernando Barbieri y ambos, junto a la única hija del matrimonio, aguardaban la llegada a la familia de un nuevo ser (pese a lo avanzado del embarazo, no sabían si era nena o varón) para marzo del año venidero.