La Unión Europea presentó la semana pasada un concepto que parece salir de un libro de Ray Bradbury. El programa Safe Road Trains for the environment (Trenes de Ruta Seguros para el Medio Ambiente, SARTRE según su sigla en inglés), es una iniciativa más de la Comunidad de Estados Europeos para reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. La consultora Ricardo, con sede en el Reino Unido lidera el proyecto. Además de tener un impacto positivo sobre el medio ambiente, SARTRE tiene por objetivo ordenar el tráfico en las autopistas y permitir a los conductores aprovechar su tiempo de viaje para realizar otras actividades. El requisito para lograr la implementación de SARTRE, es contar con automóviles con tecnología que permita la autoconducción. En términos generales, consiste en que el vehículo sea manejado por una computadora que recibe datos en tiempo real a través de detectores de proximidad y GPS. Esta tecnología se encuentra en desarrollo por ciertas automotrices y se espera que para 2011 los primeros automóviles vengan con estas características. El SARTRE (cuya denominación coincidente con el apellido del célebre escritor acaso cifre el advenimiento de una nueva era en la literatura, posibilitada gracias a un renacimiento del tiempo libre dado a lugar por el nuevo invento...) requiere de la existencia de un vehículo líder del "tren", formado por él y una seguidilla de autos "autoconducidos". Este vehículo líder, manejado por un profesional experimentado, se traslada por la autopista y se van sumando a él otros autos en formación de tren. A través de tecnología inalámbrica tipo WiFi, la computadora a bordo del automóvil "seguidor" se conecta al vehículo líder y "pide permiso" para incorporarse al tren. Una vez realizado el handshake, como se le llama comúnmente a dos dispositivos electrónicos que se aparean, el automóvil es incorporado al tren y pasa a ser la computadora del vehículo líder que lo controla. Al acercarse a su destino o salida de la autopista, el conductor de un automóvil que forma parte del tren retoma control de su vehículo y se separa del convoy. De forma automática, los demás vehículos cierran el hueco dejado por el vehículo saliente. Al estar todos los vehículos del "tren" muy cercanos unos de los otros, se logra una importante reducción en el consumo de combustible gracias el efecto que comúnmente conocemos como el "chupado". Queda claro que aumenta el consumo del vehículo líder pero según los estudios preliminares de la Unión Europea se puede ahorrar de esta manera un 20% en emisiones de GEI. "Yo aprecio que mucha gente siente que este proyecto es una utopía", dice Erik Coelingh, director técnico de Volvo. "Sin embargo, este tipo de manejo autónomo no requiere ningún tipo de magia ni de inversiones en infraestructura. En cambio, el énfasis está puesto en desarrollar y adaptar tecnologías que ya están en existencia", aclaró. Más allá de la reducción en emisiones, es muy interesante que el conductor pueda aprovechar el tiempo de viaje en actividades más productivas o recreativas como hablar tranquilamente por teléfono (estaría permitido en el convoy), trabajar en la computadora, ver una película o escuchar música. El programa está financiado por la Comisión Europea y liderado por Ricardo UK Ltd. Tendrá también la colaboración de Idiada y Robotiker-Tecnalia de España, Institut für Kraftfahrwesen Aachen (IKA) Alemania, y SP Technical Research Institute de Suecia, y Volvo Car Corporation and Volvo Technology de Suecia. El sistema de navegación del automóvil detecta la presencia y destino de un "tren" al que se puede unir. El vehículo se posiciona detrás del "tren" y luego el control del mismo es transferido al conductor del vehículo líder al establecerse la unión.
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