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21 de Noviembre de 2009
Cartas - Opiniones - Debate
Los lectores también escriben
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@ Agradecimiento de los familiares de Romina y Julieta

A pesar del dolor que no puede ponerse en palabras, de las ganas de despertar por todo lo vivido, nosotros como familia queremos entender lo que pasó y solamente queremos hacerlo desde el amor.
Romi y Juli fueron dos personas que tuvieron diferentes roles, fueron hijas, tías, primas, cuñadas, es decir, fueron muchas cosas juntas, pero principalmente fueron un pedazo inmenso de nuestro corazón.
Juli nos iluminó a todos, con sus salidas, sus formas de contestar, de hablar rápido, con sus ganas que le plancháramos el pelo o que la abuela le hiciera ropa. Juli sabía las marcas y modelos de todos los autos, igual que su papá Fer, sabía el clima, las fechas, tenía respuestas para todo. Se enojaba, se reía, pero era un trompito que daba vueltas alrededor de todos nosotros.
Romi, un sol, sencillamente un sol, que nos enseñó a parar en esta vida, loca paradoja con su muerte, a mirar lo importante, a dejar de hacer esas cosas que no tienen ningún sentido. Romi era feliz en familia, reuniendo a todos, visitando a todos, pero fundamentalmente dejando su vida de lado y extendiendo su cuerpo para que el otro no sufriera.
No debe haber nadie en el mundo que tuviese un registro de todos los cumpleaños como ella tenía en su cabecita, recordaba todas las fechas, nacimientos, cumples, fallecimientos, aniversarios. Siempre la cargábamos o cuando alguien no podía recordar, decíamos, preguntale a la Romi.
Estas muertes, que en realidad es moverse hacia otro lugar, no queremos que sean en vano. Dos familias dejaron de ser tal, para convertirse en una.
Y desde allí, desde ser Mercaú-Barbieri queremos hacer lo posible desde nuestro humilde lugar para que nunca más le ocurra esta catástrofe a nadie. Para que nunca más alguien se desgarre de dolor a causa de un accidente como éste.
Uno puede pasarse la vida elaborando hipótesis de lo que sucedió o pensar que un objetivo hubo, y es prevenir otras cosas, similares a ésta. Esta familia Mercaú-Barbieri o Barbieri-Mercaú no tiene resentimientos contra nadie, ni enojos, ni falta de explicaciones, todo lo contrario, tiene agradecimientos, eternos a la comunidad educativa del Instituto Rivadavia, a la seño de Juli, a su directora y a todos los integrantes del cole, a los compañeritos de Juli y a los papás de ellos por compartir estos momentos, al ex colegio Nacional, IPEM Nº 275, por su incansable acompañamiento, a su directora, docentes y alumnos, a los papás del jardín del Instituto del Rosario, a sus seños, a la Hermana Leticia, al inspector de Escuelas Privadas, a las amigas de Romi, a sus mejores amigas que allí estuvieron, a los amigos de Fer, a los vecinos de ambas familias que extendieron su corazón, a todos los que pensando en su Dios, se persignaron cuando pasaban los coches, como señal de respeto; al Colegio de Psicólogos, a la Policía, a las médicas de Guardia del Hospital Pasteur, a la Empresa Paviotti y a todos los que desde algún lugar se conmocionaron.
Hoy les pedimos que nos acompañen desde la oración, para que Romi y Juli, junto a su otro angelito, nos cuiden desde el cielo en el que cada uno cree.
Nosotros sabemos que sí, que la vida trasciende la existencia y que desde el lugar más sagrado nos estarán cuidando.
También le pedimos que desde el respeto y la fe acompañen fundamentalmente al papá y a los abuelos, porque el dolor es demasiado.
Esperamos que esta conmoción nos haga pensar juntos, en qué cosas son importantes; si vivir corriendo y quejarnos por lo que no tenemos o disfrutar más del milagro de vivir.
Esperamos que la tía Romi, como dicen sus sobrinos, pueda desde el cielo ayudarnos a pensar la manera para que más nunca ocurran estas cosas, para que los alumnos que concurren a las escuelas cercanas no corran estos riesgos.
Romi se convirtió como en la mamá de todos, que tuvo la misión de enseñarnos a poner un freno a la locura de los cinco minutos que pasaron.
Nada de esto será en vano, porque nuestros amigos villamarienses nos ayudarán a cumplir todo esto.
Volvemos a agradecer a todos los que nos acompañaron y a decirles que esta familia Mercaú-Barbieri tiene, como querría Romi y Juli, las puertas de sus hogares y de su corazones abiertas para hacer que esta vida tenga muchas más sonrisas, muchos más agradecimientos y para entender que este milagro diario que es la vida hay que celebrarlo con lo único importante: nuestros afectos.
Muchas gracias a todos, en nombre nuestro sol, Julieta, y de la mejor hija, madre, cuñada, tía del mundo, Romina.

Familias Mercaú y Barbieri

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