Entrabas a una habitación y una voz en off te daba la bienvenida, anticipándote algunas de las sorpresas que te deparaba el camino. Al término de la cuenta regresiva, comenzabas a recorrer los pasillos laberínticos donde hallabas cajas que podías golpear, platos en el piso con fideos secos, paneles con indicadores, maracas improvisadas, placas de rayos X y otros tantos instrumentos inusuales (cotidiáfonos para ser más precisos), prestos a hacerse escuchar.
Al finalizar ese delirio sonoro, aquella voz (ya en cuerpo entero obviamente), te entregaba un CD con los sonidos y ruidos que acababas de plasmar y que se habían captado a través de un micrófono.
Esa fue una de las tantas actividades que los alumnos de tres cátedras del Conservatorio Superior de Música Felipe Boero realizaron durante el jueves y ayer en las aulas de la nueva sede ubicada frente al parque Pereira y Domímguez.
El interesante e inusual proyecto interactivo, titulado "Carcajada Bochinchera.com", apuntó a desarrollar abordajes y métodos alternativos en la educación musical para niños. Alrededor de 200 alumnos de escuelas primarias de la ciudad participaron -"como protagonistas no como espectadores", señalaron- de las propuestas organizadas por las cátedras Práctica Coral III, Música y su Enseñanza y Práctica Docente III. Basados en experiencias similares como el Museo Barrilete y galerías de Córdoba, se instrumentaron los talleres de murga, carrera de sonidos, "Musicalizando un corto" (donde los chicos elegían la banda sonora del filme), el laboratorio de músicas del Siglo XX, danzas del mundo, la comedia musical y hasta juegos de reordenamiento de melodías a través de un programa computarizado. Cada grupo de niños se llevó su CD con los ruidos producidos durante su recorrido.
Además, los purretes fueron recibidos con un montaje teatral y musical de la obra "Cinthia Scoch y la mandarina ridícula" de Ricardo Mariño a cargo de los estudiantes avanzados del Conservatorio.