Señor director:

Hasta cuándo los villamarienses seguiremos callando y dando puntos de vista sin poner el rostro, escondiéndonos, cada uno quejándose por su lado, sin unirnos, como pasa con el arsénico en el agua.
Es demasiado lo que pasó, demasiado el dolor, la angustia y el no poder gritar a alguien, así sea con insultos bien merecidos, la pérdida invaluable de tres seres vivientes, ahora muertos, borrados de la faz de la Tierra así como así... total y seguramente tocaremos un par de bocinazos más y el que caiga bajo las ruedas será un cuerpo, ya que de seguro los dueños de los trenes malditos creen que fue culpa de la mamá y así quedan sus conciencias limpias, pero... ¿vamos a hablar un poco de estos seres siniestros?
Esa mañana, yo estaba tomando mate y leyendo el diario, cuando a unos 300 metros de casa, al este, comienzo a escuchar la infernal bocina taladrante de cerebros, pasando el dicho tren por casa a no menos de 1.000 km por hora, por así decirlo.
Me dije, se ve que nadie bajará en Villa María, ya que vivo a pocas cuadras de la estación ferroviaria y no nos olvidemos de sus divinas tonalidades de bocinas, o bocinazos, y también no olvidemos a los cargueros, con no menos de 300 vagones cada uno. También con sus encantadoras bocinitas 24 horas al día.
Me pregunto ¿a qué inconsciente se le ocurrió poner tales bocinas? Los niños y bebés saltan de sus camas del susto y sordera que les producen cuando pasa un tren y que es a cada rato y a varias cuadras de dichas vías nadie puede tener un sueño reparador. Además, quedó demostrado que esas bocinas estridentes, penetrantes y rompe tímpanos para nada sirven ni servirán, quedando demostrado en estas tres almas.
Y no me vengan a decir que esa pobre mujer tuvo la culpa de pasar con barreras bajas, porque entonces medio Villa María debería estar muerto, ya que cualquiera de nosotros cruza las vías caminando, en bici, en moto y hasta con autos. Además, por qué no voy a cruzar si por culpa de estos malditos trenes tengo que perder horas por día esperando que pase el tren. Cualquier persona quiere ganarle al tren... cualquiera.
También me pregunto, con la cantidad de niños y adolescentes que tenemos en la Villa y sumado el colegio que está enfrente a las vías, ¿cómo es posible que pase el tren en medio de la ciudad, a velocidad luz, de día y ensordeciéndonos a todos?
Son inconscientes y también nosotros que permitimos esto. ¿Por qué no nos ponemos todos en las vías, así nos exterminan? Quizá así cambie algo. ¿Por qué dicho tren de la muerte no pasa exclusivamente de madrugada, pero no a esa velocidad demencial? ¿Por qué no cambian los horarios?
Anoche, 18 de noviembre, pasaron cuatro cargueros con sus filitas de vagones, más uno de maniobra, todos con sus tonalidades ensordecedoras, con sus sonajeros. ¿Cómo puede uno descansar? ¿Con qué cara me levanto? ¡Por favor!
En una oportunidad escuché un comentario de que se iban a sacar las vías del medio de la ciudad ¿Qué pasó? ¿Qué pasa? ¿Nadie hace nada? ¿O es que acaso pasa algo por debajo de la mesa? (seguramente). Señores, los trenes deben pasar por la periferia de la ciudad. Y como dije, demasiada juventud hay en juego, gente inocente. ¿Me entienden?
Esas almas destrozadas fueron masacradas por el tren de la muerte diurna. Malditos los que autorizan la circulación demencial durante el día.
¿Cuándo será el día que llegue a la Intendencia un hombre que ponga lo que hay que poner y a viva voz clame por resultados positivos? ¿Cuándo se producirá el traslado? ¿O todavía hay que masacrar a varios más? Creo que a esto se le llama asesinato en primer grado. Un día habrá un gran y único juicio final, pero mientras tanto lloramos a nuestros seres queridos, seres amados, junto a las vías del tren.
Villa María está desde hace mucho tiempo convulsionada, agitada, para que todavía sigamos en la prehistoria. ¡Fuera vías, fuera trenes!


Daniel Natali
DNI 12672849