Al menos 176 mujeres fueron asesinadas este año por violencia de género, según las investigaciones realizadas por especialistas que sostienen que aún perdura un modelo social y cultural donde una de las aristas es que “se maltrata y se mata a la mujer por ser mujer”.
El registro, tomado de los medios de comunicación, no llega a abarcar la dimensión del problema por falta de datos y de seguimiento de mujeres que ingresan a hospitales, y luego mueren, con signos de violencia sexista, afirman los investigadores de La Casa del Encuentro, entidad que verificó que en 2008 murieron 207 mujeres por la misma causa.
Este informe, que plantea dar visibilidad a esta problemática que se recuerda hoy en todo el mundo como el Día Internacional de la Eliminación de Toda Violencia Contra la Mujer, refleja uno de los aspectos más dolorosos de esta realidad que se expresa además en el maltrato que sufren diariamente miles de mujeres por su condición de género.
Una de cada tres
En este sentido, el último informe de las Naciones Unidas reveló que “una de cada tres mujeres es violada, golpeada, forzada a tener relaciones sexuales o abusada de algún modo a lo largo de su vida”.
Desde el Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA), la coordinadora Irene Meler dijo que “más allá de las estadísticas, importa que el femicidio es un crimen contra la mujer por ser mujer, es un crimen de odio, como también existe contra los homosexuales”.
La experta precisó que el femicidio tiene que ver con el odio cultural ancestral a la supuesta debilidad, fragilidad y dependencia depositada en la mujer y negada por el hombre en su propia constitución psíquica.
Más resistencia, pero menos fuerza
“A pesar de que las mujeres hemos demostrado ser más resistentes que los hombres, aunque tenemos menos fuerza física, menos volumen corporal y ciertas vulnerabilidades por el embarazo y el parto, se tendió a representar la feminidad como sinónimo de debilidad, inferioridad, infancia y dependencia”, destacó Meler.
No obstante, señaló que este modelo de dominación social masculina está en retroceso, “pero lejos aún de haber desaparecido, y una de sus manifestación se ve en la violencia contra la mujer”.
Para la psicoanalista, “los varones tienden a constituirse psíquicamente como hombres escindiendo de su personalidad esos aspectos vulnerables, y se masculinizan disociando las cuestiones ligadas al temor, la debilidad, la necesidad que se tiene del otro, y entonces depositan esos aspectos rechazados en la imagen de las mujeres”.
Definido como una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres cometida por el hombre, el término “femicidio” tiene carácter político porque denuncia la naturalización que existe en la sociedad hacia el maltrato de género.
Como parte de esa naturalización, está la idealización de la omnipotencia y la presión socio-cultural sobre los hombres “para que sean dominantes y agresivos”, dijo Meler.
Caldo de cultivo
La especialista describió una situación que puede crear condiciones para este tipo de violencia: “Cuando el mismo sistema que cultiva la omnipotencia fragiliza al hombre, por ejemplo, a través del desempleo porque no puede ser proveedor, le crea un conflicto social y cultural que puede generar desenlaces subjetivos”, añadió la especialista.
En esos desenlaces, “el hombre queda acorralado ante su propia impotencia para hacer frente a las contradicciones del sistema y entonces trata de matar sus propios aspectos vulnerables en quien los representa, que es la mujer”, acotó.
Celos e infidelidad
La coordinadora del Foro de la APBA también hizo referencia a los celos, proyectados y delirantes, y la desconfianza sexual al plantear que son dos aspectos que “están muy asociados con la violencia contra las mujeres”.
“Como parte de los celos proyectados está el temor a que la mujer haga lo que él hace, es decir, ser infiel, y los celos delirantes tienen que ver con atribuirle a la mujer el deseo propio de estar con un hombre o de ser protegido”, destacó Meler, y añadió que “éstas son tendencias generales que alimentan la conducta femicida”.
La psicoanalista concluyó que “se podría decir que el verdadero asesino es el sistema de géneros vigentes que impone a los varones ser proveedores fuertes y violentos, y a las mujeres, sumisas, dependientes y vulnerables, en lugar de que cada cual pueda considerar en sí mismo su cuota de poder y de fragilidad”.
El porqué de la fecha
El 17 de diciembre de 1999, a través de la resolución 54/134, la Asamblea General de la ONU declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de Toda Violencia Contra la Mujer.
Desde entonces, los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales organizan actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto del problema de la violencia contra la mujer.
Las mujeres activistas observan el 25 de noviembre como día contra la violencia desde 1981.
La fecha fue elegida como conmemoración del brutal asesinato, en 1961, de las hermanas Mirabal (Minerva, Patria y María Teresa), activistas políticas de la República Dominicana, por orden del dictador Rafael Trujillo.
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