“¿Cuáles son mis deseos? (Piensa). Lo que yo quiero es no dejar de crecer. En la vida es necesario aprender a cada momento y mi objetivo es morir luchando por algo.” Vanesa Cufré nació hombre pero rápidamente se dio cuenta de que sentía como mujer y que vivía en un cuerpo equivocado. A los 17 años comenzó a travestirse e inició un camino que le deparaba numerosos obstáculos, los que fue venciendo con actitud y coraje.
Hoy, a los 24, fue postulada por la Municipalidad de Villa María para ingresar al Banco Hipotecario, y ya fue entrevistada a ese fin. Es la primera vez que la comuna sugiere, desde su Oficina de Empleo, a una travesti para un puesto laboral, todo un símbolo para las minorías sexuales.
“Demuestra una apertura a un campo que está restringido para nosotras, que desde temprano, con la salida de nuestra casa, abandonamos el colegio y quedamos excluidas de la sociedad”, confesó a EL DIARIO.
“Tomando la decisión (de ser travesti) una corta sus planes a futuro”, remarcó.
La joven tiene experiencia en atención al público, porque ha trabajo en emprendimientos familiares, como en una despensa por ejemplo.
Cufré acordaba con el perfil solicitado por la entidad crediticia, pero no cumple con un requisito fundamental: el título del Nivel Medio.
“Yo había dejado en tercer año de la secundaria, y ahora comencé de vuelta. Me quedan dos años pero lo haré en modalidad libre, porque me cuesta asistir a clases”, indicó.
“Curso en horario nocturno y a mis compañeros les llama la atención tener una compañera travesti. Hay 300 chicos mirándome y eso suele incomodarme. A la gente les llama la atención, es como que estamos siempre bajo el ojo de todos”, reveló.
Vanesa tiene inclinación por la Geografía, la Historia, el Inglés y odia Matemáticas.
Cuando hablamos de amor, reveló que “algo hay” y confesó que se enamoró una sola vez, que ha sufrido mucho y que jamás se casaría. “No perdería nunca mi independencia”, argumentó. Pero luego hizo una corrección: “Sí, la perdería por un hijo. Amo a los niños, a una criatura le daría todo. Quisiera adoptar a muchos chicos, después de los 30 años, porque tengo que vivir otras cosas”.
A los 14 años se fue de su casa para edificar su personalidad. Se sintió sola y desamparada, pero también construyó su independencia, la que hoy dejaría sólo para darle amor a un niño.
D.B.

Siliconas y tratamientos hormonales

Cuando se habla de exclusión, las travestis no sólo hacen referencia al campo laboral (lo que las lleva, en la mayoría de los casos, a caer en la prostitución) sino también a lo educativo, a salud... ¿Por ejemplo?, quiso saber EL DIARIO.
“Al no tener trabajo en blanco, no tenemos obra social. A todo lo pagamos nosotras, por eso la mayoría llega a un centro sanitario cuando los efectos de una enfermedad son avanzados”, comentó.
“Por ejemplo, hacemos tratamientos hormonales sin la supervisión de una ginecóloga, porque para que nos atienda una debemos hacer una gran cantidad de gestiones. Y las hormonas causan muchos problemas de salud, porque tomamos sin seguimiento de un profesional”, apuntó, tras contar que lo hacen para detener el crecimiento del vello, “conseguir lolas” y demás.
Otro de los temas tocados en la entrevista con este matutino fue el del aceite de avión utilizado para lolas. Las chicas se lo colocan por decisión propia, con los riesgos que esta práctica conlleva. “Se compran en industrias, sale 100, 150 pesos... y las coloca cualquiera por 300 pesos”, reveló.
“Algunas se arrepienten toda la vida, por las malformaciones que genera. Otras hace años que lo tienen y no le ha producido daños.”