Señor director:
La actitud de la dirigencia local del gremio atenta contra el grupo de docentes que ejerce el legítimo derecho a reclamar y expresar disconformidad. Esta dirigencia paupérrima de representatividad es la que no tuvo ni tiene respuestas, sino desatinos.
La ignorancia y la impotencia son las que rigen los dichos y las acciones de algunos señores que, escondidos y temerosos detrás de escritorios, tratan de explicar lo que no pueden ni saben explicar; desprecian y se ríen de aquellos que cuestionamos las decisiones inconsultas de la dirigencia de la UEPC.
Es la cobardía y es el miedo a enfrentarnos lo que inunda las oficinas de calle San Martín. Son la irreflexión y el arrebato los que hablan por los medios para minimizar con argumentos vanos (“son desafiliados, son anarquistas, son golpistas”) el reclamo de mucho más que un grupito de docentes disconformes.
Los desacuerdos se resuelven dialogando, señores dirigentes; no con cánticos de barra brava futbolera, ni haciendo declaraciones y comparaciones ridículas y desafortunadas que denotan la ignorancia profunda de quienes las realizan. No es el ataque, el insulto y la descalificación la manera en que se establece un diálogo inteligente. Lo peor que puede pasarle a un dirigente es dedicarse a insultar y negar a un trabajador, por lo que éste piense, por quién sea o por cómo actúe como ciudadano.
Somos docentes que formamos personas que piensan y tienen juicio crítico. Enseñamos a pensar, no ordenamos qué hay que pensar. ¿Eso será subversivo? ¿Contra quién? ¿Contra qué? ¿Subvertimos el orden -o el desorden- establecido por quién?
Los que nos tildan de subversivos o nos comparan con iconos autoritarios (¡qué confusión ideológica y conceptual, señores dirigentes!) son aquellos que quedaron anulados, alienados, atrapados en el pensamiento y el discurso obsoleto de la década del ‘70. Son aquellos que practican la política verticalista y patotera, clientelista, corrupta y traidora con el trabajador.
Estos cuasi dirigentes (que no dirigen su pensamiento ni sus expresiones) se nombran a sí mismos “docentes”. ¡Qué vergüenza, qué hipocresía! Docentes son los que enseñan, dan el ejemplo, los que forman, los que guían, los que orientan, los que trabajan con la inteligencia para enriquecerla. Hace ya mucho tiempo que los que “dirigen” el gremio docente no sólo no pisan un aula sino que hoy, con la actitud que asumen, dañan seriamente la imagen de los que trabajan y son docentes en serio.
Cuando desde la irreflexión y la incoherencia esta dirigencia acusa a un grupo de docentes de golpear a las instituciones democráticas y pregona la “defensa y el respeto a los cuerpos orgánicos”, parece desconocer las propias acciones del gremio al que pertenece, que desoye el mandato de las bases y acuerda “bajo cuerda” con el Gobierno.
Más que gremialistas comprometidos con la lucha docente parecen funcionarios de este Gobierno. ¿O se atreverán a negar que el ministro de Educación es un afiliado más de la UEPC? ¿Eso no es ser arte y parte del conflicto? ¿Que un funcionario, concejal, ocupe un cargo en el gremio no es incompatible e incoherente? ¿O todavía no entendieron que no se puede ejercer cargos públicos y simultáneamente ser gremialistas? Solamente en el país K de las maravillas pasa lo que pasa.
Finalmente, señores dirigentes, sepan que expresar, manifestar, cuestionar y trabajar para cambiar son acciones democráticas y no es necesario ser un afiliado para ejercerlas.
Los dirigentes locales de la UEPC deberían revisar algunos conceptos relacionados con la ética y la educación cívica: democracia, ciudadanía, institución, representatividad, tolerancia y moral. Así, después, podrán salir a hablar con algo de responsabilidad.
La educación está en estado de coma. Con dirigentes de este tenor, que critican desde la ignorancia y una sociedad enferma de odios y rencores viejos, expectante e inmovilizada, harta, pasiva, vacía; la solución y los remedios están cada vez más lejos.
Prof. Mariela Echavarría
DNI 22672410
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