Escribe: Juan Manuel Gorno
(de nuestra Redacción).

Lejos de los análisis exhaustivos que se puedan efectuar de su producción futbolística, en Alumni hay una verdad irrefutable: el equipo quedó último, solo, pisando la Promoción y con el talón en el descenso.
De ahí en más, no es tiempo de hacer alarde de lo que se hizo bien, aunque existan razones para ello.
Para levantar cabeza, el club -en su conjunto, desde la dirigencia, cuerpo técnico y jugadores- deberá plasmar una autocrítica desde lo más drástico, tal como sintieron la frustración los que, partido tras partido, se acercaron a Plaza Ocampo para ver ganar a un equipo que sólo obtuvo dos triunfos y perdió cinco veces en condición de local.
La clave es acentuar una política deportiva con los riesgos lógicos que se deben afrontar, ya que la fuerza que no se hizo al principio para conformar un plantel más jerarquizado, tampoco se podrá obviar en estos momentos donde aprieta una triste realidad.
En ese aspecto, nadie niega que tener un plantel joven, en su mayoría del club y con potencial, es un logro importante para trazar bases en el futuro. Pero si los jóvenes no son apuntalados desde la cancha con algunos referentes más emblemáticos, la responsabilidad termina cayendo sobre quienes no deben.
Casi todos los jugadores del actual plantel se hicieron el camino en el certamen nacional, jugaron de igual a igual y dejaron en claro que están en condiciones de afrontar el campeonato, pero quedó a la vista que todos juntos no se potencian, al contrario.
Román Strada, quien vino para ser revelación, terminó siendo una figura por quien dependió Alumni en muchos partidos. ¿Es justo, entonces, caer sobre él porque el equipo no marca goles? ¿No sería más importante que Strada sea revelación en un torneo y figura en el otro?
El domingo, ante Central Córdoba de Santiago del Estero, tal como sucedió ante Talleres y otros partidos, el equipo careció de la falta de jerarquía en un ataque que estuvo conformado por jugadores que, en esta temporada, llegaron desde la Liga Bellvillense, como el caso de Strada y Gabriel Bolatti (aunque éste con un poco más de experiencia en el certamen) y del Argentino B, como Juan Bueno, quien luego fue remplazado por el atacante del Alumnito (Liga Villamariense), Federico Depetris.
Pedirle a todos juntos que rompan las redes en los partidos y ante rivales de mejor presupuesto, que entrenan con la misma intensidad, es exigir más de la cuenta.
Alumni, con trabajo a full, sin dar tregua ni sufrir grandes presiones de la gente, no estuvo capacitado en el torneo para convertirse en protagonista desde los resultados. Dejó -es cierto- una imagen de prolijidad, trabajo constante, amor propio y entusiasmo en muchos partidos, pero igual perdió contra los grandes de la zona y apenas le ganó al peor Desamparados de los últimos tiempos y a un mediocre Racing de Córdoba. Si se pretende ver la otra cara de la moneda, el Clausura será un túnel negro y sin retorno.