A continuación se reproduce el texto elaborado por el doctor Roberto Sayago (foto) en el cual se expresa sobre las manifestaciones efectuadas por el presidente de la Junta Municipal de Historia y titular de la Dirección de Patrimonio Histórico, Rubén Rüedi, al respecto de la visita a la ciudad del rabino Sergio Bergman.
“Razones de orden personal me impidieron conocer, oportunamente, la nota de opinión publicada en EL DIARIO, edición del 15 de noviembre del corriente, que suscribe Rubén Rüedi y que está referida a la visita a Villa María del rabino Sergio Bergman, acaecida cuatro días antes a esa fecha.
Aclaro por anticipado que no tengo ninguna afinidad con el mencionado rabino, razón por la cual no es de mi interés criticar o defender ningún tipo de posición. Es decir, considero que en ese sentido una polémica resultaría improcedente.
Mi preocupación, pues, está relacionada con las formas en que se ha encarado este debate, si es que así puede ser llamado, sobre todo porque el autor de la nota es quien desempeña la Dirección de Patrimonio Histórico Municipal y asimismo es presidente de la Junta Municipal de Historia
Me parece correcto y encomiable que cualquier ciudadano use el derecho que tenemos todos a publicar las ideas por la prensa o rebatir posiciones que no se comparten. Es un derecho que desde muy joven he defendido y deseado que se cumpla a rajatabla y que no siempre se ha respetado en la Argentina. Yo mismo he sido víctima de políticas autoritarias e intolerantes que han significado mi expulsión de la docencia durante el proceso militar. Entonces, ¿cómo no voy a defender este derecho de manera permanente?
Por ello en la nota a que hago referencia no está en cuestión, lo reitero, el derecho a disentir, debatir o defender las ideas sobre cualquier temática, pero sí objetar las formas no correctas en que se ejercitan estos derechos. Y esto es así en razón de los antecedentes y cargos desempeñados por Rüedi en toda su trayectoria.
También debo aclarar que, a mi criterio, no interesa en la presente situación si la nota se firma en calidad de simple ciudadano, como funcionario municipal o presidente de la Junta de Historia, que yo también integro, pues la persona es indivisa y no debería actuar con actitudes diferentes según la ocasión y agredir o no agredir según se crea conveniente.
La nota en sí resulta desagradable y ofensiva para instituciones y personas. Yo no comparto la descalificación, el agravio o la ofensa, porque entiendo que el ejercicio de la libertad debe ser utilizado para enriquecer las ideas, ayudar a consensos, construir políticas que sirvan al bien común e impulsar proyectos que traigan equidad y justicia. Cómo pensar que se pueden marcar diferencias ideológicas, atacar y combatir el odio volcando más odio, construyendo frases llenas de rencor, inquinas y de fobias.
No pretendo molestar al director municipal, pero sí manifestarle con el debido respeto a un hombre de letras, ex director de Cultura, docente y persona destacada, que pienso que se ha equivocado en la forma de expresión cuando lícitamente ha querido defender una determinada posición. Su escrito no está acorde a su estilo literario habitual, no se compadece con la razonabilidad y la prudencia que le hemos visto utilizar en otras publicaciones.
Claramente, la nota en cuestión tiene connotaciones subjetivas que pueden afectar valores y sentimientos de varios integrantes de la Junta Municipal de Historia que usted preside.
Por otro lado, consideramos que da mal ejemplo a la juventud que está ingresando a la política y que serán los futuros dirigentes porque pueden entender, en su inmadurez, que esa es la manera correcta y ética de la discusión democrática. Desde nuestra visión consideramos que los dirigentes de instituciones que sirven a la comunidad debemos de manera invariable evitar los exabruptos que siempre suelen darse en un marco oral y frente a un momento emocional o de tensión psíquica. Pero más aún hay que cuidar la redacción de un texto extenso que elaboramos en soledad frente a una computadora.
Tampoco corresponde mi evaluación sobre los objetivos o intenciones de la nota. Es algo personal en lo que no debo ni deseo ingresar. Pero sí debo decir que ese escrito ha producido disgusto, fastidio y dolor en mi persona y en otros amigos y ciudadanos de Villa María
No obstante todas las observaciones que dejamos planteadas en la presente, deseo creer en la posibilidad de un error humano, de un enfoque equivocado, de un ofuscamiento momentáneo y por ello apelo, con el mayor de los respetos, a que Rüedi realice su íntima reflexión sobre los contextos que han quedado trazados en la presente.
Si de esa meditación, propia de la autonomía de cada persona, pueden surgir resultados útiles a la convivencia y el trabajo conjunto, me daré totalmente por satisfecho.”
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