Señor director:
Me dirijo a usted a los fines de solicitarle que publique la presente nota, por ser este 2 de diciembre una fecha muy especial. Asimismo, quiero dirigirme al señor intendente de la ciudad de Villa María, a los miembros del Concejo Deliberante, demás autoridades del Gobierno municipal y a la comunidad en general.
Hace exactamente 12 años, el 2 de diciembre de 1997, mi hijo Federico Agustín Giraudo Marinari sufrió un gravísimo accidente en las aguas del mal llamado Balneario Municipal, pues es un azud nivelador provincial.
De más está decir que, como es de público conocimiento, hasta el día de la fecha, y a pesar de las numerosas gestiones, los responsables del acontecimiento dañoso, llámense EPEC, Municipalidad de Villa María y Gobierno provincial (Dirección de Agua y Saneamiento), a pesar de existir sentencia firme, eluden con distintos argumentos afrontar la reparación económica ordenada de pagar judicialmente el daño ocasionado a Federico.
Pero no es ese, por el momento, el motivo de esta nota, sino por Federico.
El motivo es RECLAMAR y levantar mi voz y dirigirla a los responsables de la cosa pública, SOLICITANDO acciones respecto del devenir de la vida diaria de las personas discapacitadas, y poniendo en tema a la comunidad, porque lo merece.
Desde ese accidente referido, Federico resultó con una importante incapacidad motora, lo que lo llevó a adaptarse o tratar de adaptarse a una nueva vida, que obviamente toda la familia también comenzó a transitar.
Es así como tomamos contacto directo, y en carne propia, con las limitaciones y las discriminaciones que sufren los discapacitados motores en la vida cotidiana, las barreras edilicias, pudiendo las familias menguarlas en lo privado adaptando sus viviendas. Pero cuando se trata de la ciudad (que es la “casa grande” de todos), esta obligación pasa por las autoridades que administran y legislan sobre los destinos y condiciones de vida de las personas.
Nuestra ciudad avanza en forma pujante y eso es muy bueno, pero... ¿qué pasa con los derechos de todos, con la accesibilidad de todos?
Veamos, para ejemplificar sobre las vivencias de mi hijo y de cualquier discapacitado motor: en Villa María no existen estacionamientos para discapacitados (entiendo que deberían realizarse y estarían contemplados en la Ordenanza de ordenamiento del tránsito); las rampas no responden a las medidas de inclinación, ancho y seguridad que deben legalmente observarse, muchas se encuentran en mal estado (quebradas).
A todo esto, agrego...
- Dependencias públicas como la Medioteca Mariano Moreno no tienen ascensor.
- La Terminal de Omnibus (de reciente remodelación) es inaccesible y peligrosa para el ingreso de personas en sillas de ruedas.
- Las veredas de la ciudad son usadas por los distintos cafés del medio en forma exagerada, lo que impide el tránsito por ellas de sillas de ruedas; sus cordones son altos y hay carencia de rampas en las veredas más importantes del centro, lo que coarta el libre desplazamiento de personas discapacitadas.
- La mayoría de los centros de salud no posee baños para discapacitados y más de uno carece de rampas reglamentarias de acceso.
- El auditorio de la Universidad no posee ascensor de libre disponibilidad.
- El Palacio de Justicia tampoco tiene rampa de acceso.
En general, los edificios públicos y privados no observan las normas edilicias consignadas en leyes vigentes referidas a la accesibilidad de los discapacitados.
En notas periodísticas sucesivas, los que nos hacemos eco de las personas a las que no se las escucha y a quienes convoco, continuaremos haciendo las denuncias públicas para que Villa María crezca para todos. Que todos se sientan integrados a la vida cotidiana, para que sea ejemplo de tratamiento igualitario y para que no limite a las personas discapacitadas pues todos somos ciudadanos con derechos sin distinciones.
Para concluir, quiero reflexionar que las incapacidades motoras no necesariamente son siempre las permanentes y/o definitivas. Cualquiera de nosotros podemos sufrir limitaciones motoras en nuestras vidas por acontecimientos menores; quizás una operación en una pierna, o una fractura, etcétera.
Pensemos un poco en los demás, no discriminemos. Es hora de que alguien se haga cargo. Hagamos la vida diaria más ACCESIBLE a todos. Existen leyes que se deben cumplir y hacer cumplir.
Espero que mi denuncia sea considerada para bien y sirva para recapacitar y para empezar a hacer.
Me pongo a vuestra disposición.

Dra. Marta Marinari de Giraudo
Abogada y mediadora
DNI 12672354