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Diego Villagra, el defensor de Alumni, inicia una acción frente a un adversario caído. Alumni volvió a la ciudad con un empate en Santiago del Estero. (Foto gentileza Nuevo Diario) |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
(enviado especial)
Hay sustos que tienen un significado especial. Y el que se pegó ayer Alumni, en Santiago del Estero, en el empate sin goles ante Central Córdoba, dejó esa sensación ambigüa que otorga una dosis de tranquilidad por el punto conseguido y, al mismo tiempo, marca un grado de preocupación por el escaso juego desplegado.
Matemáticamente, se resalta la importancia de sumar, lo que aporta satisfacción porque el equipo villamariense está arriba en la Zona 3 luego de la disputa de la segunda fecha y eso, sin dudas, allana el camino para trabajar pensando siempre en grandes objetivos.
En la imagen que el equipo dejó en la cancha, en cambio, quedó preocupación e interrogantes que deberán esfumarse con el correr de los partidos, porque una cosa es agregar unidades con autoridad y otra distinta es sobrevivir como se pueda.
Es que, en realidad, la peor versión del equipo en este inicio de la era Magistretti se plasmó en grandes pasajes del encuentro disputado en la cancha de Unión de Santiago, sobre todo en el primer tiempo.
Dubitativo para manejar la pelota, atado y carente de ideas. Así anduvo Alumni por la cancha durante 45 minutos en los que Central Córdoba debió sacar diferencias por actitud, posesión de pelota y situaciones de gol.
Sin embargo, el fútbol no es el deporte que se guía por merecimientos, sino por efectividad. Y en ese aspecto, el local pecó por ansioso, al querer desatar la euforia en las tribunas con una velocidad que borró la paciencia a la hora de la definición, más allá que su gente reconocía el empuje y el entusiasmo de los jugadores.
De arranque nomás, el arquero Julio Chiarini debió esforzarse para desviar al córner un tiro de Rubén Molina que viajaba hacia el ángulo. Y partir de allí se sucedieron las acciones que inclinaron el juego sobre el terreno fortinero.
En contrapartida, Alumni no asomó la cabeza por el área contraria y debió lidiar entre sus propia impericia y esa voluntad extrema que imprimió el rival.
Presionados Ariel Quiroga y Fernando Guzmán en el mediocampo, el equipo villamariense perdió rápido la pelota y la brújula, entonces la única salida fue mandar pelotazos para el llanero solitario Víctor Rena, quien debía jugar casi siempre de espaldas al arco contrario.
El delantero, encima, no tuvo un buen partido, pero la falta de socios que lo asistan fue tan notable como la escasez de ideas que mostraron varios para desequilibrar, aunque sea en el mano a mano. Por eso Chiarini debió trabajar más de la cuenta y, por suerte para equipo, respondió magistralmente cada vez que lo inquietaron.
Un tiro libre de Benito Montalvo, un remate de Sergio Oga y un frentazo de Diego Suárez provocaron la buena reacción del arquero, promediando el primer tiempo. Y sobre el final de la etapa nuevamente Oga se quedó con las ganas de festejar tras un remate lejano que se metía por alto y que Chiarini alcanzó a sacar con las dos manos. Ante semejante panorama, Magistretti buscó modificar el sistema y Pérez dejó su posición de volante para ubicarse como socio de Rena en el ataque. En eso andaban cuando el ex Sportivo Belgrano provocó casi la única situación roja y blanca en la etapa inicial, dejando a un rival en el camino antes de ser bajado en la puerta del área, cuando habilitaba a Rena.
Lo curioso que para el segundo tiempo, Fernando Guzmán debió quedarse en los vestuarios porque padecía fiebre y entonces ingresó Sebastián Godoy, bastante enchufado para presionar y buscar jugar.
Sin embargo, no fue el auspicioso ingreso del ex Independiente lo que mejoró al equipo, sino un cambio de actitud para no rifar la pelota.
Al mismo tiempo, el técnico del conjunto santiagueño, Alejandro Cánova, en búsqueda de mayor posesión, metió a un volante y sacó al delantero que entorpecía en la zaga central visitante, Gustavo Villalba. Y así Alumni esperó con su última línea bien atenta, más allá de los nombres (Alexis Díaz entró y también cumplió con lo suyo). Por eso el local merodeó el área sin lastimar y, en la única situación que dejó cara a cara con el arquero, el duelo personal entre Rubén Medina y Chiarini fue ganado por este último, que achicó bien hacia delante y tapó el disparo.
En el otro arco, Darío Medina, en posición de ataque, generó lo mejor de Alumni cuando devolvió una pelota al área que cruzó todo el arco y se perdió por la línea de fondo, antes que Rena y compañía pudieran empujarla.
Después, a pesar del ingreso de Lucero y de lo mucho que se regaló Central en el fondo, el equipo villamariense no supo enhebrar un contragolpe. Por ello, el partido se despidió sin emociones, con malestar entre los santiagueños, que siguen sin lograr goles ni victorias, y algo de alivio para el equipo de Magistretti, que pasó un susto y, de ahora en más, debe pensar en cómo meter un poco más de miedo, más allá de lo que indique la tabla.
La figura
El arquero Julio Chiarini mostró su categoría en plenitud y fue fundamental para el empate. En el primer tiempo desvió tiros complicados y, en el segundo, además de descolgar cada centro por alto o por bajo, tapó un mano a mano de manera fenomenal, achicando el espacio sobre el lanzador.
Por suerte para Alumni, Chiarini hizo olvidar rápidamente a Marcelo Berardo.
El árbitro
Alejandro Arco no tuvo problemas en llevar adelante las riendas del partido y amonestó cuando hacía falta. Se equivocó en un par de ocasiones, ya que dejó pasar algunas infracciones claras que le cometieron a Víctor Rena cerca del área local y hubo dudas en un penal que pareció sufrir Lucero, faltando poco para el final. Tampoco vio una clara mano de Rena en la puerta del área visitante.
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