¿Así que ahora sos peronista?

La pregunta sonó mordaz, con olor a reproche y a desprecio en labios de una amiga, cuando debatíamos sobre la actualidad política. No quise hacer revisionismo histórico. Ella y yo sabemos que hay una historia por todos conocida, anterior y posterior a 1983 que, no podemos negar, viene teñida de desencuentro y odio entre argentinos: pobres y ricos, peronistas y antiperonistas, guerrilleros y militares, negros “de mierda” y blancos “de mierda”, etcétera, etcétera.
No obstante se han sucedido varios gobiernos “democráticos” desde entonces. Pero el desencuentro sigue vigente y aquel odio se ha exacerbado, especialmente contra el actual Gobierno, como destinatario del resentimiento de gran parte de la ciudadanía contra la clase política.
Creo que es un odio visceral y retrógrado que puede llevarnos a repetir historias negras. Me recuerda a aquel odio contra “la Eva” cuando yo era niña.
Dicen que no hay libertad de expresión, pero se expresan.
Dicen que la gente tiene miedo de hablar, pero hablan.
Dicen que los Kirchner son corruptos (¿habrá alguno que pueda tirar la primera piedra?).
Se expresan, hablan, dicen y dicen y dicen. ¿Qué no dicen de este Gobierno al que responsabilizan hasta de las pocas o muchas lluvias?
Creo que hay una necesidad de odiar, ridiculizar e ironizar que enceguece. La pregunta de mi amiga lo corrobora. Ella no entiende que no me sumaré a la crítica despiadada y cavernícola, ni me apropiaré de los argumentos radiales y televisivos de los grandes monopolios capitalistas que, obviamente, retacean información trascendental y crean animosidad contra cualquier gobierno que intente tocar, o toque, sus mezquinos intereses.
Cuando digo que la presidenta me cae bien, muchos tuercen la boca en gesto de desagrado y se escandalizan, especialmente las mujeres.
Si digo que me cae bien porque fue tierna y reconocida con Alfonsín, responden que es falsa.
Si digo que me gusta porque logró la nueva Ley de Medios para que se escuchen TODAS las voces, responden que más adelante sólo estarán los Kirchner por radio y TV.
Si digo que me parece muy bien que cada seis meses me aumente la magra jubilación como docente nacional (otorgada y congelada en el último Gobierno radical), responden que eso va durar poco.
Si digo que me parece una medida excelente los 180 pesos que recibirán los menores carenciados, dicen que a ese dinero me lo sacarán a mí que soy jubilada.
Si opino que me cae bien porque piensa en los más necesitados, responden que los únicos que piensan en los necesitados son Marcelo Tinelli y el rabino Bergman.
Si digo que es inteligente, memoriosa y decidida, responden que tiene botox, usa carteras caras, llega tarde a las fotos de las cumbres presidenciales y está deseando irse.
¿Qué debo responderle a mi amiga? Italo Calvino lo hace por mí: “El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerle espacio…”.
Cecilia M. Trotta
DNI 3707462