La gente dice que la vida moderna se ha hecho tan complicada, tan activa, tan sobrecargada, que debemos apurarnos para sobrevivir.
No tenemos por qué aceptar esa idea. Es posible vivir en medio de una sociedad muy desarrollada en cuanto a tecnología y mantener un ritmo pausado, relajado mientras realizamos un montón de tareas pesadas o no. Tenemos una opción, no somos simples víctimas de nuestro medio ambiente y no tenemos que por qué hacer todo rápido porque todos lo hacen.
A menudo ni siquiera nos damos cuenta de que estamos apurados. En un principio nuestro cuerpo se activa bajo nuestra dirección consciente. Bajamos las escaleras corriendo, irrumpimos en las habitaciones, damos portazos; eso es principalmente físico, pero al cabo de un tiempo nos acostumbramos a movernos cada vez más rápido y la velocidad se va adueñando poco a poco de nuestra mente.
Y llega un momento que se hace difícil cambiar esa pauta de vida y de la misma manera que un ojo no puede ver su propio trabajo, una mente rápida no puede darse tiempo para percibir su propia rapidez. El apuro nos convierte en autómatas y no tenemos ni libertad y ni facultad de elección, curiosamente la gente apurada siempre está parada en el mismo lugar.
Cuanto más rápido andamos, nos volvemos insensibles hacia las necesidades de quienes nos rodean. Nos ponemos sordos, incomprensivos, por ejemplo por la mañana nos movemos como un misil acabado de disparar y con nuestro accionar podemos herir sentimientos de nuestros hijos, nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo, herimos nuestro cuerpo, ya que a veces hasta comemos parados por el apuro y eso daña nuestro organismo. Cuando estamos apurados actuamos como si estuviéramos solos, los demás nos parecen manchas y nuestra mente está en otra parte.
El apuro provoca desórdenes físicos como úlceras, trastornos respiratorios y muchos problemas nerviosos y esto se puede solucionar desacelerando o sea bajando un cambio en nuestra vida y se puede lograr de esta manera y hay una frase que dice “no tengo tiempo de estar apurado”.
¿Cómo hacer? Levantarnos más temprano, hacer una lista de las cosas por hacer en el día y verán que muchas de ellas no son tan necesarias en cuanto al apuro y debe primar la paciencia que es nada más y nada menos que la ciencia de la paz.
Cambiar nuestras pautas de vida no resultará ni fácil ni indoloro, pero los beneficios son muchos y muy grandes. Manejemos nuestra vida y no permitamos que el apuro nos maneje y nos quite la libertad de vivir como anhelamos por el bien nuestro y de nuestra familia.
La tecnología nos permite ganar tiempo en nuestras actividades, entonces ocupemos ese tiempo ganado para relajarnos, etcétera.
El apuro significa tensión, ineficacia y una manera superficial de vivir y también es responsable de la mayoría de nuestros males.
Es importante no confundir un ritmo más lento con pereza, ya que ésta origina negligencia e ineficacia. Trabajando sin apuro podemos atender a todos los detalles, ser meticulosos y dar lo mejor de nosotros aún en las tareas más simples.
Estamos y vivimos tan apurados, que a veces nos olvidamos de qué color es el cielo, nos perdemos la sonrisa de un niño, nos perdemos las cosas más importantes por atender lo urgente. Aprendamos de los mensajes que nos dejan las tragedias. Debemos tratar de vivir de otra manera y mejorar nuestra calidad de vida.
Susana Buffoni de Montero
DNI 5467360
Otras notas de la seccion Opiniones
Escriben los lectores
Escriben los lectores
Una historia, entre tantas
Los lectores también escriben
Lamentable
|