|
|
|
|
|
|
|
A la izquierda, la Iglesia del Pilar y a continuación, callejuela de por medio, el Ayuntamiento |
|
|
|
|
|
Escribe:
Pepo Garay
Especial para EL DIARIO
Pasaron los romanos. Pasaron los árabes. Más tarde, los españoles recuperaron lo que, por parentesco geográfico, les pertenecía. El rejunte cultural parió una ciudad prodigia, dueña de construcciones cautivantes y preciosos diseños arquitectónicos. Preso de un rapto de humildad, el emperador Augusto César la bautizó Caesaraugusta, en honor a sí mismo. Más tarde, el nombre trocó en Cesaracosta y, por influencia mora, en Sarakosta. Hoy la conocemos como Zaragoza.
Vastos espacios urbanos
La primera ojeada se traduce en amplias avenidas, edificios majestuosos y obras históricas de incalculable riqueza. Ese contacto inicial ya arroja fuertes presentimientos: Zaragoza se llevará una de nuestras más altas calificaciones. La capital de la comunidad de Aragón, al norte español, sabe de sus portentos. Y se abre para mostrárselos al mundo.
Esa sensación emerge del viajero al percatarse de la distribución urbana que muestra la metrópoli. Los espacios públicos son vastos y muy abiertos. Se extienden generosos hasta el cielo, ofreciendo perspectivas amplias, abundantes.
El mejor ejemplo de aquella fisonomía de la Plaza de las Catedrales. La explanada se conforma de una inmensa superficie de mármol con fuentes y estatuas. Todo ello rodeado por La Lonja, edificio civil de estilo renacentista, y por la Catedral del Salvador (más conocida como “La Seo”). Esta última es una de las joyas locales, a partir de su fisonomía caracterizada por reminiscencias múdejares (o árabes).
Pero sin dudas, el premio mayor lo corporiza la inmensa Catedral de Nuestra Señora del Pilar. El templo barroco es considerado el más grande de su tipo en España. A la orilla del río Ebro, el talante de las múltiples cúpulas enaltece la visual.
El legado romano
Las reliquias se van desplegando a lo largo y a lo ancho de Zaragoza. El viajero, fiel a su costumbre, las persigue por detrás. En ese sentido, las construcciones romanas constituyen una carnada irresistible. Son las murallas milenarias las que vienen a ofrecer certezas sobre el legado de aquella civilización. Frente a semejante testimonio de la historia, las reflexiones proliferan.
Tales muestras continúan en otros sectores. El Teatro de Caesaragusta termina de certificar el paso de los romanos por tierras aragonesas. Construido por Tiberio en el Siglo I, alberga un completo museo que desglosa los descubrimientos arqueológicos realizados en el lugar. Otras preseas son el Museo de las Termas Públicas y el Museo del Puerto Fluvial. Ambos, como no podía ser de otra manera, llevan el nombre de Caesaraugusta.
Plural y académica
Con casi 700 mil habitantes desempolvando sus arterias Zaragoza destila vitalidad. La Universidad local explica en gran parte el avance de la urbe, considerada como un pilar cultural a nivel continental. De hecho, muchos estudiantes del resto de Europa acuden aquí, sobre todo aquellos interesados en la carrera de arqueología.
Dicho carácter académico, sumado a la diversidad imperante, determinan la idiosincrasia “maña”. Con una gran actividad artística, la capital aragonesa esboza un perfil progresista. Rasgos de pluralidad no tan fáciles de encontrar en el resto de Aragón, comunidad rural y de tendencia conservadora.
Hogar de la Expo 2008
Las bonanzas de Zaragoza le han sido cruciales para ganar la candidatura de la Expo 2008. La Exposición Internacional, pronta a finalizar, se ha desarrollado con gran éxito, lo que le suma a la ciudad unos porotos extras.
Como ocurre en cada una de estas muestras, el ayuntamiento anfitrión aprovecha el acontecimiento para mejorar su infraestructura. Zaragoza no desaprovechó la oportunidad y se maquilló para conquistar visitantes.
Como si le hiciera falta.
Otras notas de la seccion El Diario Viajero
Una alternativa a Puerto Madryn
Lo árido y lo verde haciendo magia
Mortadela estaba el mar
La gran maravilla de Oceanía
Ver, sentir y admirar
|