El censo de 1887 de la ciudad de Buenos Aires listó 4.200 establecimientos, de los cuales 560 tenían fuerza motriz (indicador esencial de la producción fabril), el resto eran manufacturas o artesanías menores. La fuerza motriz instalada en estos 560 establecimientos era de seis mil HP en total. Se destacaban la fábrica de Alpargatas, los talleres del arsenal militar y "La Estela", dedicada a la producción de aceite. El censo Nacional de 1914 registra 48 mil establecimientos en todo el país con más de 400 mil trabajadores. Este censo establece que el 29% del total de las materias primas necesarias para el funcionamiento de las industrias provenía del exterior. En el rubro alimentos se reduce al 9%, pero se eleva a un máximo en la rama textil del 79% y al 67% en la rama metalúrgica. Estos datos llevaron a que varios grupos presionaran al Gobierno para realizar una sustitución de las importaciones de estas materias primas. La evolución fabril se conmovió por los efectos de la Primera Guerra Mundial. Las consecuencias inmediatas tendieron a reducir el comercio exterior, ofreciendo una protección especial a la industria local. Se dio una expansión en el rubro textil porque la guerra trajo un nuevo mercado. Esto llevó a utilizar las plantas existentes a su máxima capacidad y exigió lavar la lana producida en el país. En 1913 sólo se lavaba en Argentina el 3% de la lana, llegando a lavarse en 1919 el 20%. El avance de esta industria se detuvo después del conflicto bélico. Las limitaciones de importar durante la guerra posibilitaron el avance de la producción en aceite comestible y queso, o más sofisticadas como química, cemento y papel. Las empresas norteamericanas que exploraban los mercados mundiales comenzaron a instalarse en algunas actividades frigoríficas y petroleras. Detrás de ellas llegaron empresas productoras de cemento, automotrices (Ford y General Motors), comunicaciones (ATT) y otras. La historia se repitió por el reparto de mercado y monopolios creados por empresas extranjeras. El rol de YPF YPF, bajo la dirección del general Mosconi desde 1922, cumplió un rol impulsor de la industria local. Expandió la producción de petróleo y lanzó la destilería de La Plata, convertida en el núcleo central del polo productivo durante el resto del siglo. Se inauguró en 1925 dando trabajo a 450 personas sobre una dotación total de YPF de 4.800 empleados. Luego se creó una planta de cracking en 1928 y una fábrica de latas en 1929. Esta expansión fabril, que remplazaba compras en el exterior, se pagó con los tres primeros meses de producción. Mosconi se preocupó por la consolidación técnica de YPF, incorporando profesionales de la Facultad de Ingeniería de Buenos Aires y de otros programas de formación a distintos niveles. Su interés exhibe el primer intento de forjar una gerencia tecnocrática en el país, cuyos resultados se vieron con el constante crecimiento de la empresa durante esos años y la disminución de sus costos. Los militares como Mosconi, Uriburu, Justo, y otros, vieron la necesidad del desarrollo fabril después de la guerra, tanto para el desarrollo de armamentos como de otro tipo de productos. Eligieron a la provincia de Córdoba como posición geográfica de la industria militar. En 1927 se creó la Fábrica Militar de Aviones. En 1937 se crea la Fábrica de Pólvoras de Villa María. Otros desarrollos para destacar, en esos tiempos, son: 3 Quilmes comienza a desarrollar el cultivo de cebada. 3 Se expandió la producción de algodón de 13 mil hectáreas a 100 mil en 7 años. 3 Alpargatas instaló una hilandería de algodón en 1922. 3 Se comenzaron a registrar inversiones de firmas argentinas en países vecinos para conquistar esos mercados. Los casos más resonantes fueron: Bunge y Born, SIAM y Alpargatas. La Segunda Guerra Mundial tuvo sus consecuencias. Las más sorprendentes estuvieron relacionadas con la expansión vertiginosa de las exportaciones industriales argentinas. Las ventas pasaron del 5% en 1940 al 19% al 1945. Se destacaron las ramas textiles, químicas y alimenticias. La salida fabril al exterior permitía ampliar la escala productiva y las dimensiones económicas de la producción, en un proceso que fue efímero. En cuanto terminó la guerra, esos mercados se perdieron. Las instituciones En 1944 se creó el Banco de Crédito Industrial para otorgar créditos de mediano y largo plazo al sector fabril. Los 2.500 créditos otorgados en su primer año de vida saltaron a más de 50 mil en 1954. Mediante este banco se apoyó el crecimiento de Acindar, Siderca y Vasalli. En 1946 se crea el Instituto Argentino para la promoción del Intercambio (IAPI), para manejar buena parte del comercio exterior nacional. Vendía carne y cereales. En el año 1956 se creó el INTI y el INTA para apoyar el área industrial y el área agropecuaria, y la comisión Nacional de Energía Atómica que se convirtió en uno de los organismos más activos en la evolución técnica de la industria Argentina del sesenta y setenta. En crecimiento El censo industrial de 1954 arrojó un total de un millón de trabajadores en el sector, equivalente a un 10% por encima de lo registrado en 1946. El valor agregado por la industria se mantenía prácticamente estancado desde 1948. La potencia instalada aumentó un 50% respecto del censo de 1946. Metales, vehículos y máquinas aumentaron su participación en el producto fabril del 13,3% en 1946 al 20%, mientras que la actividad textil se mantuvo en los niveles previos y se notó una leve caída en alimentos, bebidas y tabacos (del 32% al 29,9% del total). El censo informa la existencia de 151 mil establecimientos fabriles. En la década del ‘50 aparecen en Córdoba Fiat Concord e IKA. En 1961, salieron decretos de la Nación para promover el capital local. A medida que se consolidó el sistema de protección y promoción, un grupo de empresas argentinas asumió el desafío de expandirse, en especial en las ramas fabriles modernas, que disponían de un mercado ávido para sus productos, como tubos de acero, máquinas herramientas, maquinaria agrícola, autopartistas, electrónica, y química fina y farmacia. El crecimiento industrial tomó impulso a partir de 1953, se aceleró desde 1958 y continuó su marcha hasta 1974 a un ritmo del orden del 6% anual en promedio durante esas dos décadas. Entre 1954 y 1974 el conjunto de las ramas metalmecánicas pasó de aportar el 25% del valor agregado por la industria al 33% y la química en todas sus facetas pasó del 13% al 19%. En 1956, las cien mayores empresas del país incluían 22 extranjeras. En pocos años estas últimas cubrieron la mitad de ese universo debido a la irrupción de las nuevas transnacionales. A mediados de la década del ‘70 comenzó un proceso de crisis que, debido a los vaivenes de las políticas económicas, marcó un retroceso para el capital nacional y una concentración en manos extranjeras. Pero, con esfuerzo el sector se puso de pie apostando al desarrollo del país. (Parte del material está basado en una monografía de Pablo Peyrú cargada en Internet).
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