La relación Argentina-Venezuela tiene algunos aspectos cuestionables, pero en lo que hace a la faz industrial, es bueno reconocer los avances en la cooperación de ambos países.
Tal el caso del círculo virtuoso que se formó por el interés de los venezolanos en producir alimentos en su tierra. Dado que no cuentan con la tecnología adecuada, realizaron convenios con industrias argentinas, que permitió un desarrollo significativo para el sector agroindustrial.
Pero el círculo no concluye ahí. Argentina no vende sólo “fierros”, sino también que acompaña el desarrollo venezolano con capacitación técnica, a cargo del INTA, que por un lado evalúa las necesidades de producción de ese país y por el otro, aconseja a los industriales como adaptar las máquinarias para esas necesidades. Aunque cueste verlo, siempre hay algo bueno bajo el sol.
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