Ayer por la mañana, una larga cola de personas se extendía por la vereda del Banco de Córdoba, sobre calle San Martín. La espera prolongada, más el intenso viento reinante, provocó un severo malestar en la gente, como es de suponer.
La pregunta es: si no cuidamos a los ciudadanos que viven actualmente, ¿para qué queremos que la población aumente a mayor ritmo?
Una cifra de habitantes no alcanza a definir la importancia de una urbe. Más bien es su calidad de vida, entendida como acceso al trabajo, a la vivienda, la salud, la educación, etcétera.
En el caso particular del Banco de Córdoba, entidad oficial, es decir nuestra, la obligación de mejorar la atención es aún mayor.
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