Un colchón tirado entre los yuyos, un viejo lavarropas que sucumbe bajo los rayos del sol, una cama destruida.
Una silla rota, un techo de chapa que cubre el negro que dejó el fuego, una pequeñísima casa desolada.
Eso es lo que encontró EL DIARIO ayer cuando, al mediodía, acudió hasta una humilde vivienda de calle Chascomús 350 de barrio Los Olmos, a pedido de los vecinos.
En esa casita, un incendio hizo estragos en las primeras horas de 2010, año que no puede haber comenzado peor para una carenciada familia compuesta por cuatro miembros.
Allí, en una habitación, residían hasta el 31 de diciembre de 2009, Javier Cerdán, un pibe de 18 años, su compañera Daniela y los dos pequeños hijos de la pareja. Ahora están buscando en dónde quedarse, porque a las 3.30 -aproximadamente- del viernes 1 de enero, el fuego destruyó lo poco que tenían.

Desolación

El panorama es desolador y no hay nadie en la habitación.
Sobre la calle, una edificación con la puerta -rota- con candado; en el fondo del terreno, la habitación con techo de chapa, quemada.
Javier, Daniela y los dos niños no se encuentran, pero tres vecinos cuentan que cerca de las 3.30 del viernes, por motivos que se desconocen, comenzó el fuego en la vivienda.
"Los vecinos comenzamos a llamar a los Bomberos, porque había unas llamas increíbles. Fue un segundo", contó una señora, muy apenada. A su lado, un hombre sentenció: "Javier es un chico muy bueno".
El pibe vive de changas, albanilería, suele trabajar en un campamento de ladrillos. Viven como pueden.
"Perdieron todo. Sólo les quedó lo que tenían puesto. Habían comprado ropa y quedó bajo el fuego", contó la misma señora a este matutino.
"El vive desde siempre en el barrio. En la casa de adelante residían sus abuelos, hasta que fallecieron", contó.

Necesitan ayuda

Hasta el mediodía de ayer, las causas del incendio eran un misterio, pero los vecinos descreían de que fuera accidental.
Javier y su familia no se encontraban -la ciudad celebraba el Año Nuevo- cuando el fuego se desató.
Un joven contó a EL DIARIO que Javier halló en el interior de la vivienda una cubierta, lo que hizo presumir un hecho intencional.
Castigados por el acontecimiento, los Cerdán necesitan la ayuda de la población, ya que se han quedado sin nada.