“Las Hermanas Adoratrices cuentan con la Fundación General, localizada en Madrid y con distintas “Provincias”, que serían los países. Las “casas” con las que cuenta la Congregación en Argentina se encuentran en: Buenos Aires, Pergamino, Rosario, La Pampa, Villa María, Córdoba y Tucumán.
En base al Proyecto de Pastoral de Ayuda a la Mujer Marginada en Prostitución, que se venía llevando a cabo en Argentina, se tuvo conocimiento de la realidad que se vivía en Villa María en relación al campo de la prostitución: el eje se centraba en las llamadas “chicas de vidriera” que trabajaban en prostíbulos ubicados en la “ruta pesada”.
En un viaje a Córdoba, la hermana María del Carmen Mezquita visitó al obispo de Villa María para dialogar sobre el asunto. Monseñor demostró preocupación y estableció contacto entre las hermanas y el sacerdote Eduardo Bonansea, cura de la Parroquia Nuestra Señora de Luján, que trabajaba con personas que atravesaban situaciones de marginación.
De este modo, en enero de 1991, seis Adoratrices y tres Hermanas Oblatas, acompañadas por cuatro chicas del pensionado de Córdoba, vinieron a hacer una “misión Mariana”. Le llamaban así a un trabajo de campo en la parte social, para ver el tema de la famosa “ruta pesada”. La “misión Mariana” duró 15 días. Luego se estableció realizar una visita por mes, hasta julio, en que se evaluaría el camino recorrido. En 1991 se decidió cerrar una Fundación que había en Córdoba capital para crear otras dos -Villa María y La Pampa-. Finalmente, aún no contando con el apoyo inicial de la gente de las parroquias, pero sí con el del obispo, la Congregación se instaló definitivamente en Villa María el 6 de enero de 1992.
El carisma de la Congregación se dirige específicamente a mujeres en “situación de prostitución”; las hermanas le llaman así porque la mujer no nació para ser prostituta, ya que esta actividad no dignifica a la persona, ni como madre, mujer, esposa. Sin embargo también se trabaja con mujeres que si bien no poseen esta característica, atraviesan diversas formas de marginación, pobreza, vulnerabilidad, las cuales conjugadas a otros factores, contribuyen a aumentar el riesgo de que las mujeres sean víctimas de esta problemática o, aún peor, de la trata de personas.
Las mujeres con las cuales se tiene contacto (población directa), tienen una inserción laboral en tareas no calificadas, de baja remuneración, dado que poseen un nivel de instrucción y capacitación que les permite ingresar al mercado laboral en inferioridad de condiciones. Además, suelen no tener asimilada la cultura de trabajo, con lo cual se hayan inmersas en un círculo signado por un nivel de instrucción y/o capacitación baja, escasa o nula inserción laboral, baja remuneración, sumado a otras problemáticas que vienen ligadas a esto.
La población atendida por las Hermanas Adoratrices está formada por mujeres de entre 16 y 55 años. Las actividades llevadas a cabo desde la Fundación consisten en visitas domiciliarias a las mujeres, apoyo en sus necesidades básicas, formación humana-cristiana a través de charlas con profesionales, celebraciones varias, oración, catequesis, talleres de capacitación -con cursos de corte y confección, cocina y repostería, peluquería, manualidades, computación-, alfabetización (modalidad adultos), guardería en horarios de dictado de los talleres de capacitación para los hijos de las alumnas, salidas de recreación.
Dada la compleja problemática en la que interviene la institución, en muchos casos se efectúa un trabajo interinstitucional, con Cáritas, el municipio, el Equipo Técnico de Tribunales, la Asociación Nazareth, el INADI, el Juzgado Federal, la Policía, entre otros.
En algunas ciudades la Fundación cuenta con “casas” donde las mujeres son alojadas. En los casos de ser rescatadas de redes se utilizan esos lugares para brindarles resguardo. En Villa María la institución no cuenta con esos alojamientos. Pero cuando se dan casos de trata, se busca trabajar en contacto con las instituciones nombradas anteriormente”.