Las medialunas están frías, el café con leche, no sabe igual. La chaquetilla marrón no corta el aire del bar.
Y falta la voz ronca que saludaba… ¡cómo le va Doctorrrrrrrrrr!.
Llegamos a ser diez en la mesa, cada cual con un pedido distinto: especial de crudo y queso con manteca, con mayonesa, sin nada…
Y volvía al rato con las tazas humeantes. Y como Ulpiano le daba a cada cual lo suyo. Propinas escasas y esa bici pequeña que lo llevaba a su casa cuando terminaba su turno.
Sonrisa torcida, con andar rengo. Te pasaste medio siglo entre las mesas del bar. Ahora que te fuiste con tu soledad como Alfonsina, cómo te extrañamos los dueños de las madrugadas. Querido Don Ortiz, o Don Mozo como yo te decía. El mozo rengo del bar de Olocco, Maestro de la bandeja, el café y el vasito de soda. La pucha che…, hoy el cortado no tiene el gusto de siempre… que lo tiró…
Mariano Ludueña Scaramuzza
(Homenaje a Pedro Oscar Ortiz, trabajador gastronómico con una trayectoria de 48 años en el bar de la vieja terminal de Oliva, quien falleció a la edad de 62 años).
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