Un periodista de EL DIARIO se sentó a tomar un café con Eduardo Cabral, para conocer las ideas que le devuelve una ciudad a la que ayudó a pensar desde aquella emblemática librería.
Nació por acá el 30 de junio de 1949 y hace veinte años que vive en Israel. A pesar de ello es muy fácil advertir que nunca se borró de Villa María (dicho esto no por la vuelta que se da casi todos los años, sino más bien por el cariño que emana de sus palabras). Esta vez, Eduardo Enrique Cabral llegó fundamentalmente para abrazarse una vez más a sus afectos y meditar desde la tranquilidad una propuesta que recibió para dirigir técnicamente a la selección de rugby femenino de aquel país.
Hablando con él uno se da cuenta que siente a la ciudad, que la vive... “Ultimamente, cada vez que vengo me muestran cosas nuevas. El subnivel, la medioteca, la costanera… Me enseñan las cosas que se hacen, pero después siento que tienen como miedo de quererlas. Cuando les digo que está muy lindo, empiezan a decirme `Sí, pero mirá que…´. Es como si algo interior los frenara y no los dejara disfrutar; como si vivieran con el freno de mano puesto. Y la verdad es que hay que tener la movilidad suficiente para reconocer lo que está bien y para criticar lo que está mal”.
s Lo bueno
-¿Qué es lo que está bien?
-Esas obras que te digo, por ejemplo. Y ahora acaban de hacer un barrio por allá atrás del Belletti, con 400 casas y con todos los servicios, agua, luz, cloacas, pavimento, escuela y todo. ¿Vos sabés que eso es lo que se está haciendo ahora en las ciudades más avanzadas del mundo? Se trata de hacer las casas y darle a la gente de ahí la posibilidad de vivir ahí, sin tener que venirse todos los días al centro a traer a los chicos a la escuela o por cada cosa… Haber pensado que la Universidad iba a estirar la ciudad hacia allá como está pasando... Todo eso es pensar. Acá, en nuestra ciudad, a las últimas grandes obras las había hecho la dictadura: la Placita de Ejercicios, el polideportivo y el Salón de los Deportes y además fue la administración de facto la que dejó la guita para la sede municipal; el Anfiteatro no, porque lo hicieron los vecinos, con un esfuerzo extraordinario. Ahora a las grandes obras las hace la democracia y eso no tiene precio.
s Lo malo
-¿Qué es lo que está mal?
-La pérdida de la memoria. No acordarse quién es quién. No mirar para atrás para saber que a veces te quieren hacer ver una película como nueva y ya la viste. Lo que está pasando ahora a nivel nacional, con gente que prefiere volver al pasado para conservar privilegios, antes que protagonizar los cambios.
s Lo feo
Habla con la intensidad y la profundidad de aquel librero que nos susurraba los mejores títulos, porque se había leído ese libro y tantos más. Y como el lector empedernido que es ahora, profundiza, repasa la historia década por década, lustro a lustro, año tras año. Y regresa al presente:
“Puede ser malo también que un buen proyecto se vea empañado algunas veces por la forma de llevarlo a la práctica. Pero tampoco es bueno, es muy feo, es horrible, que intencionalmente se quiera ver solamente la forma y no el fondo. Y lo malo es que la crispación artificial no le permita a muchos sentir el crecimiento como propio. Allá el grado de crispación, de antagonismo social, llevó a que un tipo matara a un primer ministro. Y no era un desequilibrado, era un estudiante de Derecho, un israelí. Acá el discurso de algunos medios masivos y las cadenas de email que arman dan la impresión de que quieren que alguien haga lo mismo con la presidenta o que alguien le pegue con una llave inglesa en la cabeza a Accastello. Creo que deberían mirar al mundo y ver. En Israel, por ejemplo, durante la tremenda crisis del capitalismo los fondos de pensiones se llevaron todo el dinero aportado por toda la gente a los paraísos fiscales; desapareció la guita, y acá eso no pudo pasar porque el Estado intervino antes. Eso estuvo bien y se debería reconocer sinceramente. Pero si igualmente no te gusta, en la próxima le votás en contra al funcionario que hizo eso que no te gusta. Lo cambiás votando cada cuatro años. La podés cambiar a la presidenta con el voto, si no te gusta. ¿No lo cambiaron a Veglia acaso, que había realizado, digamos, una obra aceptable? Bueno, y si la Justicia no funciona como queremos, tenemos que aportar para mejorarla. Pero siempre dentro de la democracia.
Cabral muestra fotos de su compañera Adriana, sus hijos Ariel, Pablo y Laura, de sus nietos Nisan, Ialy y Daniel, todos en Israel. Está orgulloso. En días más se reencontrará con ellos. De momento, no suelta prenda, no dice si aceptará ser DT del seleccionado de raugby femenino. Parece que antes quiere hablar precisamente con la familia, porque todo puede estar supeditado a un regreso a la Argentina (aunque no a Villa María).
Está terminando de respirar aire de acá, está almacenando en los pulmones hasta la próxima. Por eso va en bici de un lado para el otro, y tal vez por eso durante la conversación salta de tema en tema, sin perder el hilo. “Voy por el río y veo que una gran obra de Veglia, la costanera hasta el puente Andino, no está siendo destruida por Accastello, sino realzada por este hombre que sucedió a aquel otro. Bueno, muchachos, eso es haber crecido. No hay que sentir vergüenza por eso. hay que disfrutar un poco también.”
S.V.
Foto 1: Eduardo Cabral: “Me muestran las cosas nuevas que se hacen, pero después siento que tienen como miedo de quererlas”
Foto 2: Una postal de alguien que quiere a una ciudad, en su principal espacio público
Foto 3: El villamariense dirigiendo una práctica de rugby en la universidad en la que se desempeña en Israel. Ahora quieren que dirija el seleccionado nacional femenino del mismo deporte
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